Buenos días a tod@s!
Como os comentábamos en la última
publicación, esta semana el artículo de “El Heraldo de la Jota” escrito por D. Demetrio Galán Bergua habla del hijo
del cebadero, que no es otro sino el gran Justo
Royo.
Os dejamos con el artículo publicado el 26 de Noviembre de 1961.
Domingo 26 de
noviembre de 1961
GALERIA DE LA JOTA
CANTADORES CELEBRES: JUSTO ROYO
LA COPLA DE
LOS ARRIEROS
Los
arrieros de Aragón
en la
Posada e San Blas
siempre
tién comida y cama,
y guitarra
pa cantar
Allá por el
año 1895, Royo, el cebadero de la típica Posada zaragozana, llevaba ya varios
lustros atendiendo a las cuadras donde daba pienso y cobijo a los abríos de
gran parte de los arrieros y labradores que continuamente llegaban a nuestra
ciudad. Y allí, en el patio, ¡cuántas veces la guitarra del posadero era
solicitada por los forasteros para acompañándose de ella, desgravar coplas y
más coplas adaptadas a los más populares estilos! Eran los tiempos en que los
campesinos aragoneses todas sus alegrías –a
veces, hasta sus penas- las manifestaban entregándose al canto regional.
La época en que todavía no se despreciaba nuestro himno viril para dar paso a
“La Parrala” y a “La vaca lechera”. Los años dichosos en que los baturros no
habían olvidado la Jota para dedicarse a copias a los modernos vocalistas
–machos y hembras- desgastándose y descoyuntándose en la interpretación más o
menos grotesca de la racha interminable de tangos, congas, cariocas,
“Cha-cha-chá” y “rokansoles” con que nos “obsequian” a todas las horas los
“blancos” de fuera y de país los cobrizos, los negros… ¡y quién sabe si algún
día imperarán en nuestra tierra las melodías estratosféricas que nos traigan
los marcianos o los “lunáticos”…!
EL HIJO DEL
CEBADERO
El buen
cebadero de la Posada de San Blas tenía un hijo de muy pocos años que nació en
1890 en la calle de la Tripería. Desde muy niño, Justico Royo frecuentaba el
lugar donde su padre servía y los arrieros se aposentaban Boquiabierto,
inmóvil, con los ojos fijos en el campesino que por primera vez cantó ante él,
a sus cinco años de edad empezó a sentir la Jota que día tras día “se le metía”
más dentro de su alma infantil, cada vez con más fuerza, con mayor arraigo. A
tal punto llego su entusiasmo que a sus siete años, cuando jugaba en la calle
con sus amiguitos, se paraba a ratos y, como extasiado, hacía esfuerzos por
recordar las melodías que de los arrieros escuchara. Esta precoz afición por la
jota fue aumentando y, al llegar a la adolescencia, ya poseía un buen bagaje de
estilos y tonadas que él “a su modos” interpretaba con una voz francamente
prometedora. En estas condiciones le conoció Miguel Asso, el cual, dándose
cuenta de las extraordinarias aptitudes del joven aficionado, no dudó en
encargarse de él para perfeccionarlo con sus magistrales enseñanzas. De esta
convivencia artística nació una profunda amistad entre ambos que se tradujo en
las numerosas actuaciones y jiras que juntos realizaron. Así, Justo Royo quedó
convertido en un magnífico jotero profesional que de éxito en éxito recorrió
los pueblos más importantes de la región y muchas poblaciones españolas. Pero
la historia de este cantador fue relativamente breve, ya que falleció en 1938,
a los 48 años de edad, en su plenitud de sus facultades.
©Archivo Heraldo de Aragón
COMPAÑERO
EJEMPLAR
Justo Royo
era una excelente persona un noble compañero que tenía un gran corazón y unos
sentimientos ejemplares. Lo demostró muchas veces, sobre todo cuando se unió a
la famosa Pilar Gascón en su último viaje a Argentina. Ambos salieron de España
con un contrato envidiable, por tiempo ilimitado. Las primeras actuaciones
constituyeron un triunfo apoteósico para la formidable pareja y para el canto
de Aragón. La Jota que ellos interpretaban enardeció a los bonaerneses. Las
salas donde actuaban se llenaban de un público heterogéneo que ovacionaba
diariamente a los dos grandes cantadores. Pero llegó la tragedia, Pilar Gascón,
como se dirá con mayores detalles en la biografía que a ella habremos de
dedicar, cayó enferma, víctima de una gravísima afección que fue heraldo de un
próximo y fatal desenlace. Justo Royo pudo haber continuado en Buenos Aires
aprovechando las ventajosísimas condiciones del contrato y, en pleno apogeo,
disfrutar de unos ingresos casi fabulosos para un profesional de la Jota, que
le hubieran garantizado su definitivo bienestar para el porvenir. No obstante, despreció la mejor ocasión de su
vida y, sin titubeo alguno, se dispuso a acompañar a la inmensa cantadora en su
viaje de regreso a España. “Con ella vine estando sana. Con ella volveré
viéndola enferma”. Estas fueron las frases que Justo Royo pronunció ante el
empresario cuando este se esforzaba inútilmente tratando de convencerle para
que se quedase. Y el noble jotero embarcó camino de Aragón, y durante toda la
travesía, fue compañero inseparable de Pilar Gascón, a la que animó, cuido y
consoló constantemente como podía haberlo hecho el más cariñoso de los
hermanos. Creo que con solo este hecho basta para poner de relieve la nobleza
baturra y los sentimientos profesionales del hijo del cebadero de la Posada de
San Blas.
RESUMEN DE
UNA VIDA
Como
síntesis de la carrera jotera de Justo Royo diremos que fue un gran cantador de
Jota, sencillo, sin petulancias; que se formo en la escuela de Miguel Asso, del
cual asimiló todas sus virtudes interpretativas; que obtuvo premios abundantes,
incluso uno de los primeros en el Certamen Oficial de 1914, que su fama
traspasó las fronteras de Aragón siendo uno de los más admirados en Valencia,
Madrid, Barcelona y Bilbao; que actuó junto a Miguel Fleta en la película
“Miguelón”; que fue destacada figura en la Exposición de la Ciudad Condal, en
1929, alternando con Pilar Gascón y cantando ante Alfonso XIII: que causó
sensación en Buenos Aires, donde todavía se le recuerda con cariño y
admiración; que triunfó en unos Juegos
Florales de la capital de España; que impresionó muchos discos gramofónicos que
en la actualidad son preferentemente seleccionados por las emisoras de Radio
que aleccionó a algunos cantadores de
valía: y que trabajando en su oficio de
tornero en madera, en su taller de la calle de las Armas, dejó de existir
pensando siempre en la Jota, cuyas melodías, caladas en su alma buena, le
acompañaron a la Eternidad.
Demetrio GALAN BERGUA.
El próximo artículo irá dirigido a un gran cantador
de jota que se estrenó como tal en la localidad de Villafranca de Oria
(Guipúzcoa), actualmente conocido como Ordicia.
¿Sabéis de quién hablamos?
Sergio Sanz
Artús
Soy un familiar de Justo Royo y agradecería cualquier información sobre otros posibles familiares que todavía vivan. Muchas gracias.
ResponderEliminar