¡Buenos días a tod@s!
Hoy, D. Demetrio Galán Bergua nos acerca a la
provincia de Huesca para conocer más a fondo a Vicente Cambra. Artículo
publicado el 14 de enero de 1962.
Domingo 14 de
enero de 1962
GALERIA DE LA JOTA
CANTADORES CÉLEBRES: VICENTE CAMBRA, DE MORILLA (HUESCA)
EL CAMPO Y
LA JOTA.
Hoy tenemos
ante nosotros, en la “Galería de la Jota”, a un jotero que hace varios meses,
al iniciar sus declaraciones por carta nos dijo así, con estas sus palabras que
transcribo íntegramente, sin quitar ni añadir un solo vocablo, con toda la
encantadora sencillez de su léxico, con toda la fuerza expresiva de quien habla
con el corazón: “Nací el día 21 de agosto de 1919, por lo que he cumplido 42
años. Tendría ocho de edad cuando empecé a tener afición a la Jota. Creo que al
nacer la llevaba en mis venas en mi
alma. No pondría dudas en que la Jota se hereda. Un hermano de mi querida madre
fue buen cantador, que saltó por los pueblos en plan profesional. Mi padre tuvo
una voz de potencia extraordinaria. Las primeras Jotas (léase: tonadas) las oí
de labios de él. Todo esto fue en el campo, durante el trabajo, al ir al tajo y
al volver al pueblo. El campo y la Jota fueron nuestras dos únicas aficiones.”
En efecto,
lo que me decía Vicente Cambra Vilellas, natural de Morilla (Huesca), también
lo he podido saber por quienes a él y a su padre han conocido suficientemente.
¡El campo y la Jota!... ¡Qué aragonés es esto!... ¡Cuánta reciedumbre baturra
encierra esta frase tan breve como significativa! Porque, evidentemente,
refleja el ideal de toda una vida en esa honrada gente del campo de Aragón que,
aparte de sus íntimos afectos y satisfacciones de un hogar modesto, han puesto
sus ilusiones, sus amores y sus esperanzas en trabajar la tierra, sin descanso,
en recoger el fruto deseado, y en cultivar, con tanto anhelo y fervor el canto
de la región donde nacieron. Así, Vicente Cambra va pasando en el campo su
existencia, y dedicando a la Jota sus mayores entusiasmos. Y así, también, se
explica que este popular jotero haya llegado a ser uno de los más solicitados
para intervenir en los festejos de toda la provincia. Y es que la gente sabe
valorarlo todo; en este caso, las cualidades del magnífico cantador y, a la
vez, su condición de hombre del trabajo agrícola, prototipo del aragonés de
nuestras campiñas.
SIGUIENDO A
LA RONDA.
El día 14
de mayo del año 1959 conocí a Vicente Cambra. Ambos regresábamos a Zaragoza
tras de haber tomado parte en un gran festival de Jota organizado en Madrid. En
el pasillo del vagón estuve gran parte del viaje tomándole datos de su vida
jotera. De todo cuanto me contó, algo muy sugestivo, muy bello, quedó grabado
en mi memoria. Algo que yo voy a completar con una visión que se aproxima mucho
a la realidad.
Estamos en
plenas fiestas de un pueblo de la provincia de Huesca, allá por el año 1928.
Una animada ronda de mozos con típica rondalla, recorre las calles al filo de
media noche. Los rondadores van cantando a la puerta o bajo los balcones y
ventanas de mozas, amigos, parientes, autoridades y forasteros, agotando pastas
y jarros de vino con los que a su paso se les obsequia, y echando sucesivos
“arranques” y despedidas. Pasan las horas y llega el claror del alba. Cantan
los gallos manteniendo en los cuatro puntos cardinales un estridente y largo
coloquio… el pueblo ha quedado en silente. La gente, descansa. Los rondadores
se disponen a dar por terminada la jornada jotera, y a recenar migas y jamón en
la bodega del más espléndido.
A pocos
metros de distancia del grupo, oculto en la sombra de una encrucijada, ha
quedado un personaje ignorado. Es un niño de nueva años que desde que los mozos
partieron de la calle Mayor hasta este instante les siguió embelesado, sin
perder nota ni detalle. Cuando los rondadores dieron vuelta a la esquina, desapareciendo
de la vista del muchacho, éste, satisfecho y emocionado con la aventura y
también temeroso de la tardía llegada a la casa de su padre, echó a correr,
entró jadeante en el patrio, subió sigiloso la escalera, apareció en la cocina
y… ¡allí estaba el autor de sus días!...
-
Padre… ¡perdóname!... ¿Sabe
usté?... Le pedí permiso. Usté me lo dio, pero… ¡es tan tarde!...
-
¡Vaya, niño!... No tienes que
excusarte. Sabía yo que siguiendo a los joteros te olvidarías de todo… La Jota
es un veneno: bueno…, un veneno que anima y da vida a quien la siente muy
adentro. Así la siento yo. En tu caso, tu padre habría hecho lo mismo. Anda,
maño, vete a la cama…, y sueña con la Jota.
Y aquella
noche, el niño se durmió plácidamente, soñando con ser jotero y musitando la
famosa copla aplicada al célebre estilo de la “regolvedera”:
No salgas,
niña, de casa,
porque ha
salido la “fiera”,
y van
cantando los mozos
la Jota
“regolvedera”.
¿Es o no es
verdad, amigo Cambra, que tú también fuiste como aquel niño?
©Archivo Heraldo de Aragón
DESPUÉS…
El niño
llegó a ser mozo. Un mozo recio, alegre y correcto a un tiempo, simpático y,
sobre todo, rondador. ¡Cuántas veces, recorriendo las calles de su pueblo y las
de muchos lugares de la comarca, brotaron de sus labios coplas como aquella
intencionada y sentenciosa!:
En tu vida
te enamores
de mozo que
no ha rondado,
que el que
no ronda de mozo
ronda
después de casado.
O como ésta
otra que refleja todo un temperamento baturro:
Cuando yo
salgo a rondar
nadie me
manda en la calle,
porque lo que
toco es Jota,
y lo que
canto… verdades.
O ésta
plena de amor y galantería:
Sal,
mocica, a la ventan
que le dé a
la flor el aire,
que va
cantando en la ronda
el mocico
que tú sabes.
O ésta,
expresada a una moza antes de salir a rondar, y que condensa en cuatro versos
esa mezcla de humorismo y tesonería tan característica de nuestros rondadores:
Ya puen
caer chuzos de punta
y bajar el
termométro,
que te
rondaré esta noche
a menos que
m’haiga muerto.
O, en fin,
ésta rezumando jocosa sinceridad y cierta sátira muy perdonable cuando no se
trata de ofender, y sí de poner a prueba el ingenio y el buen humor:
Como no
tengo trebajo
a festejate
hi venido,
que el
guitarro y la mujer
son pa los
ratos perdidos.
Y LUEGO…
El
calvario, las dificultades, las jornadas oyendo discos de Cecilio Navarro,
Miguel Asso, José Oto y Camila Gracia, y varios años de autodidactismo. Más
tarde, las lecciones de Miguel Ramos, Fidel Seral y Jacinta Bartolomé, para
entrar de lleno en el profesionalismo; sus salidas a los pueblos, su intervención
en las fiestas de San Lorenzo, en Huesca; su actuación en el Teatro Gayarre, de
Pamplona, y en el Concurso Oficial de Zaragoza donde obtuvo el segundo premio;
en Marsella, con el Cuadro “San Lorenzo”, logrando el primero premio en el
Concurso Latino y la concesión de la medalla de oro colectiva e individual; y…,
¡por fin!, el máximo galardón en el Certamen Oficial de Zaragoza el año 1953.
La gran ilusión del niño que seguía a los rondadores de su pueblo era ya una
realidad.
LA CADENA.
En el
simpático y acogedor pueblo de Morilla, Vicente Cambra sigue entregado a sus
dos antiguos amores: el campo y la Jota. El campo le prodiga frutos y le
proporciona bienestar; la Jota le colma de satisfacciones. Pero ahora, otros
amores nuevos completan su felicidad: una mujer, una hijita y un niño. Me
consta que los hijos ya “apuntan” lo más esencial para llegar a ser buenos
joteros: voz, afinación, afición y embelesamiento. Dentro de algunos años el
hijo será mozalbete y no tendrá que volver a su hogar al amanecer después de
una noche de ronda, de anhelo por la Jota, tras los rondadores, porque en su
casa, sin necesidad de salir a la calle, hallará frecuentes ocasiones de
escucharla o aprenderla del mejor maestro que pudiera apetecer.
Demetrio GALÁN BERGUA
En el próximo
artículo, Galán Bergua nos presenta a un cantador catalogado (por él mismo)
como Célebre cantador no profesional… el conocido como “Luisico”. ¿Sabéis de
quién hablamos?
Sergio Sanz
Artús