jueves, 28 de marzo de 2019

VICENTE CAMBRA


¡Buenos días a tod@s!
Hoy, D. Demetrio Galán Bergua nos acerca a la provincia de Huesca para conocer más a fondo a Vicente Cambra. Artículo publicado el 14 de enero de 1962.

Domingo 14 de enero de 1962

GALERIA DE LA JOTA
CANTADORES CÉLEBRES: VICENTE CAMBRA, DE MORILLA (HUESCA)

EL CAMPO Y LA JOTA.
Hoy tenemos ante nosotros, en la “Galería de la Jota”, a un jotero que hace varios meses, al iniciar sus declaraciones por carta nos dijo así, con estas sus palabras que transcribo íntegramente, sin quitar ni añadir un solo vocablo, con toda la encantadora sencillez de su léxico, con toda la fuerza expresiva de quien habla con el corazón: “Nací el día 21 de agosto de 1919, por lo que he cumplido 42 años. Tendría ocho de edad cuando empecé a tener afición a la Jota. Creo que al nacer la llevaba en mis venas  en mi alma. No pondría dudas en que la Jota se hereda. Un hermano de mi querida madre fue buen cantador, que saltó por los pueblos en plan profesional. Mi padre tuvo una voz de potencia extraordinaria. Las primeras Jotas (léase: tonadas) las oí de labios de él. Todo esto fue en el campo, durante el trabajo, al ir al tajo y al volver al pueblo. El campo y la Jota fueron nuestras dos únicas aficiones.”
En efecto, lo que me decía Vicente Cambra Vilellas, natural de Morilla (Huesca), también lo he podido saber por quienes a él y a su padre han conocido suficientemente. ¡El campo y la Jota!... ¡Qué aragonés es esto!... ¡Cuánta reciedumbre baturra encierra esta frase tan breve como significativa! Porque, evidentemente, refleja el ideal de toda una vida en esa honrada gente del campo de Aragón que, aparte de sus íntimos afectos y satisfacciones de un hogar modesto, han puesto sus ilusiones, sus amores y sus esperanzas en trabajar la tierra, sin descanso, en recoger el fruto deseado, y en cultivar, con tanto anhelo y fervor el canto de la región donde nacieron. Así, Vicente Cambra va pasando en el campo su existencia, y dedicando a la Jota sus mayores entusiasmos. Y así, también, se explica que este popular jotero haya llegado a ser uno de los más solicitados para intervenir en los festejos de toda la provincia. Y es que la gente sabe valorarlo todo; en este caso, las cualidades del magnífico cantador y, a la vez, su condición de hombre del trabajo agrícola, prototipo del aragonés de nuestras campiñas.

SIGUIENDO A LA RONDA.
El día 14 de mayo del año 1959 conocí a Vicente Cambra. Ambos regresábamos a Zaragoza tras de haber tomado parte en un gran festival de Jota organizado en Madrid. En el pasillo del vagón estuve gran parte del viaje tomándole datos de su vida jotera. De todo cuanto me contó, algo muy sugestivo, muy bello, quedó grabado en mi memoria. Algo que yo voy a completar con una visión que se aproxima mucho a la realidad.
Estamos en plenas fiestas de un pueblo de la provincia de Huesca, allá por el año 1928. Una animada ronda de mozos con típica rondalla, recorre las calles al filo de media noche. Los rondadores van cantando a la puerta o bajo los balcones y ventanas de mozas, amigos, parientes, autoridades y forasteros, agotando pastas y jarros de vino con los que a su paso se les obsequia, y echando sucesivos “arranques” y despedidas. Pasan las horas y llega el claror del alba. Cantan los gallos manteniendo en los cuatro puntos cardinales un estridente y largo coloquio… el pueblo ha quedado en silente. La gente, descansa. Los rondadores se disponen a dar por terminada la jornada jotera, y a recenar migas y jamón en la bodega del más espléndido.
A pocos metros de distancia del grupo, oculto en la sombra de una encrucijada, ha quedado un personaje ignorado. Es un niño de nueva años que desde que los mozos partieron de la calle Mayor hasta este instante les siguió embelesado, sin perder nota ni detalle. Cuando los rondadores dieron vuelta a la esquina, desapareciendo de la vista del muchacho, éste, satisfecho y emocionado con la aventura y también temeroso de la tardía llegada a la casa de su padre, echó a correr, entró jadeante en el patrio, subió sigiloso la escalera, apareció en la cocina y… ¡allí estaba el autor de sus días!...
-        Padre… ¡perdóname!... ¿Sabe usté?... Le pedí permiso. Usté me lo dio, pero… ¡es tan tarde!...
-        ¡Vaya, niño!... No tienes que excusarte. Sabía yo que siguiendo a los joteros te olvidarías de todo… La Jota es un veneno: bueno…, un veneno que anima y da vida a quien la siente muy adentro. Así la siento yo. En tu caso, tu padre habría hecho lo mismo. Anda, maño, vete a la cama…, y sueña con la Jota.
Y aquella noche, el niño se durmió plácidamente, soñando con ser jotero y musitando la famosa copla aplicada al célebre estilo de la “regolvedera”:
No salgas, niña, de casa,
porque ha salido la “fiera”,
y van cantando los mozos
la Jota “regolvedera”.
¿Es o no es verdad, amigo Cambra, que tú también fuiste como aquel niño?



©Archivo Heraldo de Aragón
DESPUÉS…
El niño llegó a ser mozo. Un mozo recio, alegre y correcto a un tiempo, simpático y, sobre todo, rondador. ¡Cuántas veces, recorriendo las calles de su pueblo y las de muchos lugares de la comarca, brotaron de sus labios coplas como aquella intencionada y sentenciosa!:
En tu vida te enamores
de mozo que no ha rondado,
que el que no ronda de mozo
ronda después de casado.
O como ésta otra que refleja todo un temperamento baturro:
Cuando yo salgo a rondar
nadie me manda en la calle,
porque lo que toco es Jota,
y lo que canto… verdades.
O ésta plena de amor y galantería:
Sal, mocica, a la ventan
que le dé a la flor el aire,
que va cantando en la ronda
el mocico que tú sabes.
O ésta, expresada a una moza antes de salir a rondar, y que condensa en cuatro versos esa mezcla de humorismo y tesonería tan característica de nuestros rondadores:
Ya puen caer chuzos de punta
y bajar el termométro,
que te rondaré esta noche
a menos que m’haiga muerto.
O, en fin, ésta rezumando jocosa sinceridad y cierta sátira muy perdonable cuando no se trata de ofender, y sí de poner a prueba el ingenio y el buen humor:
Como no tengo trebajo
a festejate hi venido,
que el guitarro y la mujer
son pa los ratos perdidos.

Y LUEGO…
El calvario, las dificultades, las jornadas oyendo discos de Cecilio Navarro, Miguel Asso, José Oto y Camila Gracia, y varios años de autodidactismo. Más tarde, las lecciones de Miguel Ramos, Fidel Seral y Jacinta Bartolomé, para entrar de lleno en el profesionalismo; sus salidas a los pueblos, su intervención en las fiestas de San Lorenzo, en Huesca; su actuación en el Teatro Gayarre, de Pamplona, y en el Concurso Oficial de Zaragoza donde obtuvo el segundo premio; en Marsella, con el Cuadro “San Lorenzo”, logrando el primero premio en el Concurso Latino y la concesión de la medalla de oro colectiva e individual; y…, ¡por fin!, el máximo galardón en el Certamen Oficial de Zaragoza el año 1953. La gran ilusión del niño que seguía a los rondadores de su pueblo era ya una realidad.

LA CADENA.
En el simpático y acogedor pueblo de Morilla, Vicente Cambra sigue entregado a sus dos antiguos amores: el campo y la Jota. El campo le prodiga frutos y le proporciona bienestar; la Jota le colma de satisfacciones. Pero ahora, otros amores nuevos completan su felicidad: una mujer, una hijita y un niño. Me consta que los hijos ya “apuntan” lo más esencial para llegar a ser buenos joteros: voz, afinación, afición y embelesamiento. Dentro de algunos años el hijo será mozalbete y no tendrá que volver a su hogar al amanecer después de una noche de ronda, de anhelo por la Jota, tras los rondadores, porque en su casa, sin necesidad de salir a la calle, hallará frecuentes ocasiones de escucharla o aprenderla del mejor maestro que pudiera apetecer.

Demetrio GALÁN BERGUA

En el próximo artículo, Galán Bergua nos presenta a un cantador catalogado (por él mismo) como Célebre cantador no profesional… el conocido como “Luisico”. ¿Sabéis de quién hablamos?
Sergio Sanz Artús

jueves, 21 de marzo de 2019

ASUNCIÓN DELMÁS


¡Buenos días a tod@s!
El primer artículo que D. Demetrio Galán Bergua publicó en el año 1962 fue dedicado a una grandísima cantadora de la localidad de Fuentes de Ebro: Asunción Delmás.

Domingo 07 de enero de 1962

GALERIA DE LA JOTA
CANTADORAS CÉLEBRES: ASUNCIÓN DELMÁS, DE FUENTES DE EBRO

EN EL COGOLLO DE LA JOTA.
El día 29 de mayo de 1967 hará un siglo que Asunción Delmás Lapuente nació en la villa de Fuentes de Ebro. La figura jotera de esta mujer es un caso insólito en la historia del canto regional. Ni fue profesional, ni se dio al público más que en muy pocas ocasiones, accediendo siempre a insistentes requerimientos de quienes desearon vivamente que su extraordinaria voz de mezzo-soprano y su incomparable modo de cantar la Jota se ofreciesen en grandes acontecimientos artísticos o ante ilustres personalidades que en su época visitaron Zaragoza.
Asunción pertenecía a una muy acomodada familia de labradores. Su afición jotera nació influida por el ambiente de un pueblo en que la Jota cantada surgió recia y fecunda, constituyendo uno de los más puros y copiosos manantiales de Aragón. Desde muy joven fue el ruiseñor portentoso que alegraba la vida de los que con ella convivían o a su casa acudían, familiares y amigos. Su voz de gran potencia, brotaba espléndida de aquella garganta prodigiosa que emitía con asombrosa facilidad y limpieza las notas de una amplia tesitura donde desde los más graves a los más agudos todo era perfecto, maravilloso. Este era el hogar donde los seis hermanos de Asunción fueron arrastrados por el mágico poder de las tonadas que ella prodigaba, y todos, sin excepción, cantaron la Jota con no poca gracia y bastante perfección, aunque nunca llegaran a aproximarse a la que fue “única”, inimitable.
Un pueblo, Fuentes de Ebro, donde los otros Delmás –Carolina, Baldomero y Francisco- completaron una de las dinastías joteras más interesantes que en todo tiempo se han conocido. Una villa aragonesa donde apareció la figura señera, colosal, del mejor maestro-jotista, peregrino de la Jota, luchador, propagandista, apóstol del canto de nuestra región: Santiago Lapuente. Una localidad célebre por sus rondadores y tañedores, donde también nació y se hizo famoso el jotero-cantador Blas Larrayad, “El Pitorro”, que todavía vive y nos deleita con sus interpretaciones. En este ambiente, saturando de melodías de Jota las habitaciones de su casa e inundando la plaza recoleta con los ecos de sus cantas, nació, vivió y murió la que, sin pretenderlo, pasó a la posteridad como la mejor cantadora que conoció el mejor maestro y que, en aquellos tiempos, escucharon contadísimas veces miles de zaragozanos embelesados, sorprendidos, rendidos ante el encanto de los asombroso, de lo extraordinario.

ALLÍ LLORÓ BRETÓN.
Desde que el insigne músico salmantino conoció el drama de Feliú y Codina “La Dolores”, e inspirándose en él concibió la idea de convertirlo en ópera, sus viajes a nuestra tierra fueron varios. Quería documentarse suficientemente en Zaragoza, captar el ambiente de Calatayud en la época de la famosa moza del mesón de la Gaspara, y conocer las más puras melodías de la Jota cuya esencia habría de impregnar lo más bello y espectacular de la soñada partitura. Y, naturalmente, no podía dejar de escuchar a quienes con mayor fidelidad interpretasen los clásicos estilos.
La feliz coincidencia de que el empresario del Teatro Principal de nuestra ciudad, César Lapuente, fuese hermano del gran jotista Santiago Lapuente, hijo de Fuentes de Ebro, proporcionó a Bretón la ocasión de oír a una cantadora excepcional que nunca actuaba en público. En efecto, el año 1893 se dio en nuestro primer coliseo un acontecimiento musical a base de varios conciertos por la orquesta que dirigiera el eximio maestro, los cuales constituyeron un éxito resonante. Los hermanos Lapuente, sabedores de los deseos de Bretón, fueron los encargados de convencer a Asunción Delmás, mujer sencilla, modestísima dentro de su valía, y sin más aspiraciones que cantar para los de su familia y para sus convecinos. Mucho se resistió la cantadora a salir de su casa de la plaza de la Abenia para trasladarse a Zaragoza pero, al fin, al comprender que se trataba de complacer al impaciente músico, y, a la vez, llevar la Jota al ánimo del artista, accedió y ante el maestro, y acompañada a la guitarra por “Tío Jotero” interpretó una selección de tonadas a cual más sugestiva, causando tal impresión en el autor de “La Verbena de la Paloma” –su obra inmortal- que, emocionado y maravillado, prometió ir a Fuentes en otra ocasión para saborear la Jota “en su propia salsa” y escuchar de nuevo a la magnífica cantadora.
Cumpliendo su promesa, Bretón realizó el viaje a Fuentes, donde fue objeto de un clamoroso y afectuosísimo recibimiento. Su estancia en la villa le resultó gratísima por todos los conceptos: pero fue la Jota que oyó a los fuenteros, en el ambiente más propicio –intimidad, alegría, espontaneidad y franqueza- lo que más le cautivó. […] Asunción Delmás se prodigó como nunca lo había hecho y dio a conocer al maestro el total de su amplio repertorio. Las tonadas más variadas eran “bebidas” por Bretón y grabadas en su cerebro. Y entonces fue cuando el músico que había de dar a la Jota aragonesa un triunfo apoteósico en el escenario del teatro lírico español, anonadado, saturado, afectado en lo más íntimo de su ser, no pudo evitar el copioso llanto que corrió por sus mejillas, y que era, a un tiempo, emoción y alegría, satisfacción de artista y esperanzas de compositor.

©Archivo Heraldo de Aragón
LA COPLA DE LA MUERTE.
La cantadora que fue distinguida por el Rey de España –en su deseo de escucharla, haciendo parar el tren en la estación de Fuentes de Ebro, en su viaje a Barcelona-, obsequiándola, tras de oírla entusiasmado, con una hermosa canastilla de flores que, a tal objeto llevaba preparada; la jotera que con motivo de una serenata a Pi y Margall, cantó en Zaragoza, ante más de 20.000 almas que la aclamaron enfervorizados cuando interpretó el bellísimo estilo recogido por Lapuente en su Colección, con esta letra:
No os extrañe que yo cante
sufriendo una pena amarga,
pues aunque canten mis labios
llora en silencio mi alma.
La que  casada con el fuentino Simeón Urzola Marcén fue madre de seis hijos, falleciendo en 1903, a los 36 años de edad, a consecuencia del séptimo parto, del de su única hija Pilar, que todavía vive; la mujer laboriosa, humilde carácter, bondadosa, ejemplar, que hubiera sido, probablemente, la jotera profesional más célebre de todas las épocas; la que se conformó con cantar para los suyos, para el pueblo, muchas veces para ella sola, y en no más de cuatro ocasiones para Zaragoza, llegó a la muerte, sabiendo que se moría, con un espíritu tal que en sus últimos momentos no dudó en animar a los que compungidos la rodeaban, entonando con incompresible ardor aquel estilo que la insigne actriz María Guerrero denominó la “Jota honda”, cuya letra es así:
Tengo una pena, una pena,
pena que me está matando;
se la contaré a la tierra
cuando me estén enterrando.
Este conmovedor dato en la biografía de Asunción Delmás es totalmente cierto. Testigos presenciales aseguraron que nunca esta tonada la había expresado con tanta fuerza emotiva como entonces. E igualmente se comprobó que al terminar la última frase de la copla la inolvidable cantadora lanzó un suspiro profundo… y dejó de existir.

CUANDO SE RONDA EN FUENTES.
Ante dos casas evocadoras de Fuentes de Ebro se detiene la ronda cuantas veces se sale a rondar. Una es la casa nativa de Santiago Lapuente y otra, la que en la típica plaza de la Abenia naciera Asunción Delmás. Por lo que a ésta se refiere, la costumbre, que ya es rito emotivo y se considera como obligación espiritual en toda clase de rondadores, fue iniciada por Santiago Lapuente. Por dos veces hemos tenido ocasión de comprobar el hecho impresionante. Y siempre, indefectiblemente, el cantador, frecuentemente “El Pitorro”, plantado ante la casa donde nació la célebre jotera, rodeado de rondallistas jóvenes y viejos, y, en ocasiones, acompañados de gentes del pueblo y forasteros, rompe el silencio de la noche, acariciada solamente por las variaciones de la Jota, para lanzar al aire la consabida copla que viene a ser eterno homenaje a la memoria de Asunción Delmás:
En esta casa vivía
la inolvidable Asunción
que cantaba como nadie
nuestra Jota de Aragón.

Demetrio GALÁN BERGUA

Hasta la localidad de Morilla (Huesca) nos trasladaremos en el siguiente artículo del gran Demetrio Galán Bergua. ¿Os imagináis a que célebre cantador nos presentará esta vez?
Sergio Sanz Artús

jueves, 14 de marzo de 2019

DOMINGO MARTÍNEZ


¡Buenos días a tod@s!
Con este artículo, damos fin a los publicados durante el año 1961. En total, 20 artículos que daban comienzo a una saga de más de 100 y que iremos publicando poco a poco en nuestro blog.
El 31 de diciembre de 1961, D. Demetrio Galán Bergua nos acercaba a la figura de Domingo Martínez, de Épila.

Domingo 31 de diciembre de 1961

GALERIA DE LA JOTA
CANTADORES CÉLEBRES: DOMINGO MARTÍNEZ, DE ÉPILA

UN JOTERO DE ÉPILA.
La villa de Épila, como Tauste, Fuendejalón, Andorra, Albalate del Arzobispo, Nuez de Ebro, Fuentes de Ebro, y otras localidades aragonesas, tiene notable historia jotera. “El Tío Chindribú”, “El Carabinero”, Francisco Rodríguez “Redondo”, y Domingo Martínez han formado un cuarteto digno de incluirse, sin reservas, en la Galería de la Jota. Hoy vamos a ocuparnos del último de ellos: Domingo Martínez Gracia, que nació en Épila el 11 de marzo de 1888. Hace pocos días tuve el placer de saludarle y quedé encantado de charlar con él porque los tres cuartos de siglo que está próximo a cumplir no le han alejado espiritualmente de la Jota a la que tanto amó y tan brillantemente representó.
Domingo Martínez no fue un cantador precoz dentro del profesionalismo, puesto que hasta los 21 años de edad no se dio a conocer en Zaragoza. Pero sí que desde mozo actuó en su pueblo como incansable rondador nocturno y acompañando a los quintos en las emotivas jornadas de sorteos, despedidas y licenciamientos. Esta bella estampa rural, tan típica en Aragón, fue vivida por él durante varios años, ya que por gozar de una hermosa voz y conocer muchas tonadas, era frecuentemente requerido por los mozos que entraban en la edad militar. Así, entre noches de ronda y algazaras de la juventud, fue haciéndose cantador de jota y afianzando su potente registro barítono-atenorado.
Domingo Martínez posee una feliz memoria y, de buenas a primeras, al preguntarle yo por las coplas de ronda de sus tiempos jóvenes, me espetó estas tres, entre las muchas que recordó:
Todas las noches del año
de ronda voy a salir
pa ver si le quito el sueño
a quien me lo quita a mí.

Poco sale mi guitarro,
cualquier pequeño lo rompe,
pero el hombre que lo rompa…
¡ya necesita ser hombre!

Estoy haciendo la lista
de los novios que has tenido,
y voy en el quinto pliego
del segundo cuadernillo.

EN AQUELLA ZARAGOZA.
Domingo Martínez, cumplidos los 21 años, tuvo ocasión de actuar en una fiesta de Jota que se dio en la pequeña Plaza de Toros que entonces existía en la “Quinta Julieta”, encantador vergel a orilla del Canal Imperial, algo más arriba del Cabezo Cortado. Era la época en que los zaragozanos acudíamos frecuentemente a tal paraje haciendo el viaje en la góndola coquetona que partía de la playa de Torrero y surcaba majestuosamente las barrosas aguas del Canal, lentamente arrastrada por un cable del que tiraba una caballería. ¡Felices días aquellos de las verbenas con música de organillos, ritmos de chotis y habanera, churros, agua de anís, limón y escorzonera, sano regocijo y ambiente cordial entre aromas de tomillo, mejorana y hierbabuena!
Allí, en la “Quinta Julieta”, fue donde Santiago Lapuente escuchó a Domingo Martínez, apreciando en este cantador excepcionales cualidades para llegar a ser un gran jotero. Tanto le convenció a Lapuente que al poco tiempo lo requirió para que interviniese en un festival en el Frontón Zaragozano, y, tras esta actuación que fue un éxito, el maestro lo llevó con él a Barcelona.

CARRERA TRIUNFAL.
A partir de aquí, Domingo Martínez se hizo profesional. Durante 25 años su vida jotera fue intensísima. Recorrió casi toda España (Aragón, Castilla, Galicia, Levante, Cataluña y Baleares). En el Teatro Tívoli de Barcelona cantó 33 días seguidos, formando pareja con Pilar Gascón, a la que acompañó dos años. Impresionó discos gramofónicos con “La Voz de su Amo” y con “Odeón”. Intervino en las películas “Agustina de Aragón” y “Nobleza Baturra”, y realizó una gran gira artística con el célebre guitarrista Patricio Bardú, discípulo del insigne Tárrega. La categoría de Domingo Martínez queda patentada, sobre todo, por el hecho de que se presentó a tres Certámenes Oficiales en Zaragoza, y en los tres, por unanimidad, obtuvo el Primer Premio (1917, 1921 y 1922).

©Archivo Heraldo de Aragón
DOS COPLAS ALUSIVAS.
Domingo Martínez hizo un viaje exprofeso desde Zaragoza a La Coruña para actuar en la bellísima capital gallega donde el gobernador civil estaba casado con una aragonesa. Llegó por la tarde. El empresario del espectáculo salió a recibirle a la estación para advertirle que aquella misma noche se haría un ensayo con la rondalla a fin de ir bien conjuntados al día siguiente. Domingo Martínez aceptó encantado, pero a condición de que acabada la prueba iría a rondar a la gobernadora. Como en el contrato no existía oposición a este deseo el empresario, después de alguna vacilación, no puso reparos a la irrevocable decisión del jotero. Y así, al filo de la medianoche sonó la rondalla ante el Gobierno Civil donde el gobernador y su esposa –apercibidos de antemano- pronto aparecieron en el balcón principal. Una sola copla cantó el baturro; una sencilla cuarteta que expresaba la delicadeza y el privilegio dedicado por un cantador, aragonés a su paisana:
De Zaragoza he venido
para cantar en Galicia
y antes de cantar a nadie
yo le canto a una mañica.
Un fuerte apretón de manos y unas lágrimas incontenibles fueron el pago de la gobernadora. Lágrimas que reflejaba –a un tiempo- emoción, alegría, agradecimiento, nostalgia de la recia baturra que vivía alejada de su patria chica…
En la Exposición de Barcelona, Domingo Martínez obsequió al general don Miguel Primo de Rivera con esta copla hija de la inventiva del inolvidable vate Alberto Casañal Shakery:
Si las mujeres pudieran
ascender a generalas…
¡habría una Dictadura
cada dos o tres semanas!
Ni que decir tiene que dos Miguel, gran entusiasta de la Jota de Aragón, aplaudió la magnífica intervención del jotero y celebró el tantas veces comprobado ingenio del poeta.

LOS CONTRINCANTES DE FLETA.
Sabido es que en el Certamen Oficial del año 1917 se presentó por primera y única vez el entonces mozo de labranza en una torre de Cogullada, Miguel Fleta. El neófito tenía que “luchar”, en desigual combate, nada menos que con cantadores de la categoría de Romualdo Arana “Sansón”, Jesús Monreal, Felipe Colmán, Lorenzo Tejedor, María Asensio y Domingo Martínez. La voz de Fleta ya era, en aquella época, precursora del gran tenor que años más tarde había de convertirse en divo de fama mundial. Pero por su improvisada escuela –unas pocas y precipitadas lecciones de Miguel Asso- y por su falta de experiencia y, tal vez, de picardía, no podía competir con quienes, aparte de poseer voces magníficas, contaban con otras cualidades propias de cantadores más “hechos”, más seguros, más veteranos. El resultado de este concurso es sobradamente conocido: primer premio, a Domingo Martínez; segundo premio, a Romualdo Arana; y dos terceros premios, a María Asensio y a Felipe Colmás. La carrera jotera de Fleta, allí quedó truncada. Pero este fracaso le condujo a la gloria artística.
El máximo contrincante fue Domingo Martínez. Fleta tuvo un hermoso rasgo de sinceridad, de nobleza baturra, cuando después del Certamen abrazó al jotero de Épila, felicitándole efusivamente, reconociendo el justo fallo del jurado y expresando su admiración por el galardonado. Y hoy, Domingo Martínez, a sus 73 años de edad, recuerda con emoción aquel episodio de la vida del tenor aragonés, diciendo con una mezcla de orgullo personal y de admiración hacia Fleta: “Yo triunfé cuando él fracasó; pero… ¡cuánto me alegro de haber contribuido al fracaso de un jotero si esto sirvió para llevarle a la cima de la fama por otro camino distinto al de la Jota!”

¡MALDITA RONQUERA!
Escuchando recientemente a Domingo Martínez pronto llamó mi atención la intensa afonía que padece. Al preguntarte que desde cuándo sufría esta afección, su contestación fue ésta: ¡Maldita ronquera!... Por ella, y nada más que por ella tuve que dejar de cantar hace ya muchos años. Si la garganta no me hubiese “fallao”, aún seguiría cantando porque por lo demás…, ni me fallaban los pulmones ni me fallaba la cabeza, ni me fallaba el estómago. ¡Con decirle que hubiera hecho bueno lo de aquella copla que cantaba siendo joven:
Cuando güelvo de la trilla
me como un pan y un pollico;
y pa postre…, cualquier cosa
dos perdices o un crabito.
Ya nos despedíamos con un fuerte apretón de manos, y el buen Domingo todavía me brindó esta copla que él cantaba hace medio siglo y que, a no dudar, reflejaba sus buenos sentimientos:
Tres cosas le pido a Dios:
un huerto, pa trebajar;
un corazón, pa querer;
y un guitarro pa rondar.

Demetrio GALÁN BERGUA

El próximo artículo va dedicado a una grandísima cantadora de Fuentes de Ebro y de quien se dice que murió cantando a consecuencia de su séptimo parto… ¿de quién hablamos?
Sergio Sanz Artús

jueves, 7 de marzo de 2019

JOSÉ MORENO


¡Buenos días a tod@s!
Una semana más, seguimos con nuestra labor de recuperación y digitalización de los artículos publicados por D. Demetrio Galán Bergua en el Heraldo de Aragón y que fueron cedidos a nuestro grupo para su difusión.
Esta semana, recuperamos el artículo publicado el 24 de Diciembre de 1961 en el que Galán Bergua ensalzaba la figura de José Moreno.

Domingo 24 de diciembre de 1961

GALERIA DE LA JOTA
CANTADORES CÉLEBRES: JOSÉ MORENO, “EL BATURRICO DE ANDORRA”

EN EL OCASO DEL “ROYO DEL RABAL”.
De alguna manera hay que llamar al período en que el “Royo del Rabal” empezaba a declinar como cantador, coincidiendo con la aparición de nuevos joteros que alcanzaban justa fama y extraordinaria personalidad tanto por su temperamento artístico como por sus facultades y cualidades interpretativas. Ocurrí esto a fines del siglo pasado. Entre los varios cantadores que por entonces destacaron hubo dos excepcionales: José Moreno, de Andorra (Teruel), y Juanito Pardo, de Zaragoza. Ambos se dieron a conocer en los Certámenes Oficiales, a los 15 y a los 12 años, respectivamente. Los dos siguieron la misma trayectoria. Empezaron muy jóvenes, y muy jóvenes se ausentaron de Zaragoza, y de España. Uno y otro triunfaron rotundamente mientras aquí estuvieron hasta el punto de que en la historia de la jota figuraban como verdaderos “fenómenos” del canto regional. Sin embargo, no más de un decenio duró su carrera artística que fue eso sí, apoteósica. Afortunadamente la desaparición de estos cantadores se dio cuando otras grandes figuras surgían como astros de primera magnitud en el firmamento de la Jota cantada, tales como Blas Mora, Vicenta Giménez, Jacinto Gracia, Ángeles Giménez, Antonio Aznar, Nicolás Perrín, Ignacio Valenzuela, José Lasanta, Isabel Muñoz, Gerardo Gracia, Romualdo Arana, Juan Antonio Gracia, Urbano Gracia y, sobre todo, María Blasco, Miguel Asso y Cecilio Navarro. Todos estos se hicieron célebres cuando el “Royo del Rabal” ya no existía como cantador, y casi al tiempo en que dejó de existir como hombre.
José Moreno y Juanito Pardo, además de su facultades naturales demostraros poseer lo que no está en la materia, ni depende de la perfección anatómica, ni está ligado a la función orgánica, ni basado en la integridad física. Tenían alma, espíritu, temple, intuición y “maneras” propias. No lograron hacer olvidar la fama del rabalero pero sí atrajeron la atención y la admiración de los amantes de la Jota que se enfervorizaban oyéndoles cantar.
El “Royo del Rabal” había declinado pero siguió conservando su personalidad histórica y popular. Ni Moreno ni Pardo, ni los cantadores citados, ni todas las grandes figuras conocidas hasta hoy, lo anularon como símbolo representativo. Por eso lo que hemos llamado ocaso del “Royo del Rabal” no fue más que una natural sucesión en el trono que él dejaba para que otros, a su tiempo, se erigiesen en monarcas de la Jota.

LA REVELACIÓN.
En el Certamen Oficial de las Fiestas del Pilar del año 1896 se presentó por primera vez al público José Moreno, discípulo predilecto y protegido de Santiago Lapuente. Quizá lo fue más que ningún otro pues se le consideraba como ahijado suyo. Moreno, “El aragonesico”, o “baturrico de Andorra”, tenía entonces 15 años. Tal vez por esta circunstancia el jurado, obrando bien, ante la voz magnífica de un mocico que estaba en un momento crítico de su adolescencia, edad en la que con tanta frecuencia se malogran los precoces cantadores, y tomando en la máxima consideración la formidable actuación de un gran cantador “hecho” y experimentado, Urbano Gracia, concedió a éste el primer premio, y el segundo a José Moreno. El público, muy sensato en aquella ocasión, no protestó el fallo pero hizo objeto de las mayores aclamaciones al joven jotero, considerándole como una verdadera revelación, una caso sorprendente por la “rasmia” y la gracia que imprimía a sus tonadas. La confirmación de su gran clase y el triunfo definitivo no se hicieron esperar, ya que al año siguiente lograba el primer premio con todos los honores.
José Moreno, a partir de aquí, fue el cantador mimado de todos los públicos y de todas las clases sociales. Su atractiva figura, su simpatía arrolladora, su personalísimo estilo de jotero, su preciosa voz, su perfecta dicción y sus grandes facultades cautivaron a los aragoneses y a los madrileños. No hay que olvidar que él, acompañado a la guitarra por su maestro, causó sensación en Madrid en los salones de la Asociación de la Prensa. A tal punto llegó su popularidad en todas las esferas y la admiración de las damas que los preciosos y riquísimos trajes que lucía eran regalos de la marquesa de Ayerbe, de la señora de Vinyals y de la baronesa de la Torre.

FACETAS.
El “mañico” Moreno, nacido en Andorra (Teruel), antes de pasar a la protección y enseñanzas de Lapuente, recibió lecciones de una hermana suya. De ella aprendió varios estilos clásico haciendo una creación de aquel cuya letra decía así:
Cuando nos encontraremos
corazón mío, en la calle;
allí ajustaremos cuentas,
y aquel que deba que pague.
Estilo de grandes dificultades por su frase, y que otra aventajada discípula de Lapuente, Inocencia Sebastián, lo “jugó” – frase del maestro- como nadie, dentro de su difícil sencillez.
De José Moreno, cuando salió de Andorra, decía Santiago Lapuente: “Este chico tiene instinto musical, afición y pulmones. Es muy travieso, muy rebelde, muy independiente, más agudo que el hambre, y posee una gracia especial para anudarse el pañuelo a la cabeza. Si no se malogra con el cambio de voz puede llegar a ser otro Gayarre”. Lo cierto es que Lapuente puso en el mozo andorrano todas sus primeras ilusiones de profesor, logrando, mientras estuvo bajo su tutela, que le obedeciese y le respetase.

©Archivo Heraldo de Aragón
COPLAS ALUSIVAS.
La noche del 15 de mayo de 1897 fue José Moreno el cantador que alborotó a los zaragozanos y entusiasmó al general Polavieja, con motivo de una serenata en la que intervino como gran figura del canto regional. Momentos antes de actuar le dictaron esta copla que cantó con el mayor entusiasmo:
Hace tiempo que la Patria
necesita un Polavieja
que la limpie de traidores
y con honra la proteja.
Pero el bueno de José Moreno, que era un patriota exaltado, influido como todos los españoles de entonces por los sinsabores que nos trajo la guerra de Cuba, en un momento de ardor patrio, en vez de decir “traidores” dijo: “bandidos”, y se quedó tan fresco. Después de todo, en realidad, para la intención de la copla, el calificativo venía a expresar lo mismo. Los dos vocablos estaban bien aplicados…
Aquella misma noche cantó, en serenata, al general Burguete, aragonés, dedicándole esta despedida:
Con esta mi despedida
un viva quiero yo dar
a mi paisano Burguete,
el valiente militar.
También me parece oportuno recordar la que en la misma noche de serenatas cantó ante la Redacción de HERALDO DE ARAGÓN.
Es un heraldo del pueblo
el HERALDO DE ARAGÓN,
portavoz de su sentir,
lengua de su corazón.

UNAS FRASES DEL “ROYO DEL RABAL”.
En la primera actuación de José Moreno –“El niño Moreno” le llamaban entonces- en el Teatro Principal de Zaragoza, ocurrió algo digno de contar. Un espectadro que ocupaba una delantera de anfiteatro, entusiasmado al escuchar al joven cantador en la intervención de uno de sus valientes estilos en lo que derrochaba su potente y bien timbrada voz, no pudo contenerse y, dando un respingo en el asiento, exclamó de modo que le oyera todo el público. “A ese, de no ser el “Royo del Rabal”, no le gana nadie”. Entonces, el espectador más próximo, en la fila de detrás, le contestó con gran parsimonia: “Ese canta más que nadie. Se lo asegura “El Royo del Rabal”, que soy yo”. El oyente justamente exaltado fue don Antonio Galve Pascual, notabilísimo maestro nacional, persona muy cabal y digna de darle crédito, tanto como lo es don F. Martínez Sauras, conocido comerciante zaragozano, superviviente de aquella época, que me ha ampliado la noticia que yo incompletamente conocía.

LA FAMA DESPRECIADA.
Los casos de José Moreno, de Juanito Pardo y de otras figuras del canto aragonés que en plena carrera de triunfos han abandonado la Jota con la esperanza de obtener, fuera de ella, grandes éxitos artísticos, basándose únicamente en la posesión de una voz maravillosa digna –según ellos y ellas, y a juicio de equivocados o malos consejeros- de aspirar a más productivas y gloriosas empresas, bien merecen la pena de que sirvan de lección a cuantos joteros puedan estar a punto de apartarse de la realidad sin meditar sobre el conocido refrán: más vale pájaro en mano que ciento volando”. El caso de Miguel Fleta, que dejó la Jota por haber fracasado en la primera y única ocasión que tuvo de consagrarse como jotero, es cosa distinta, aparte de ser excepcional. Llegó a ser divo mundial merced a una garganta y a un arte privilegiados que cultivó muy lejos del ambiente de la Jota. Joteros célebres que hayan triunfado al “salirse” de la jota no ha existido ninguno. Alguien me dirá que si José Oto, Camila Gracia y María Pilar de las Heras, entre otros varios, no muchos, a los que el mismo Fleta, el maestro Mingote, o ciertos admiradores y empresarios, le animaron a estudiar canto para dedicarse a la zarzuela o a la ópera, hubiesen dejado la Jota a tal fin, habrían llegado a ser figuras del arte lírico. Yo no niego la “posibilidad”, no creo en la “probabilidad”, y siempre me cabrá pensar en aquello de que en los actos humanos no cabe, como en la Fé, creer en lo que no se ve.
Sigan los joteros entregándose a la Jota para bien de ella, orgullo de ellos y honra de Aragón, y escarmienten en cabeza ajena mirándose en el espejo que refleja la triste realidad de José Moreno y Juanito Pardo. Porque lo cierto es, refiriéndonos hoy al “baturrico de Andorra”, que éste se forjó vanas ilusiones y acarició absurdas quimeras –tal vez mal orientado y peor aconsejado- para, al fin, desaparecer de Zaragoza en busca de nuevos horizontes en los que no halló lo que soñaba y acaso sufrió tardíos e irremediables desengaños. Prueba de su equivocación, del error de sus consejeros es que José Moreno murió definitivamente para la Jota, murió para el canto, y murió para el logro total de la fama que, en gran parte, ya había alcanzado. ¡Y cuántas veces, José Moreno, recordaría aquella copla que con predilección había cantado!:
El río vuelve a su cauce
la golondrina a su nido,
pero al corazón no vuelve
la ilusión que se ha perdido.

Demetrio GALÁN BERGUA

Con el próximo artículo nos desplazaremos a la localidad zaragozana de Épila, donde nació, el 11 de marzo de 1888, el próximo cantador que conoceremos de la mano de Galán Bergua. ¿Os animáis a decirnos quién es?
Sergio Sanz Artús