Buenos días a tod@s!
Como os comentábamos en la anterior
publicación, esta semana el artículo de “El Heraldo de la Jota” escrito por D. Demetrio Galán Bergua habla del
“jotero romántico por excelencia, altruista y desinteresado”, Joaquín Numancia.
Os dejamos con el artículo publicado el 3 de Diciembre de 1961.
Domingo 3 de
diciembre de 1961
GALERIA DE LA JOTA
CANTADORES CÉLEBRES: JOAQUIN NUMANCIA
ANIVERSARIO
Hoy, día 3
de diciembre de 1961, hace dieciocho años que falleció en Zaragoza el castizo jotero
Joaquín Numancia, que nació en nuestra ciudad en 1898, en la calle de San
Lorenzo, y fue bautizado en la Iglesia de la Magdalena. Al iniciar esta crónica
biográfica en la Galería de la Jota de HERALDO DE ARAGON queremos, a la vez que
la ofrecemos a los lectores, dedicarla a sus familiares, muy especialmente a su
viuda e hijos, en la seguridad de que este recuerdo periodístico en el
decimoctavo aniversario de su muerte llegará a ellos como una prueba del
afecto, simpatía y admiración que por él sentimos los que tuvimos la
satisfacción de conocerle.
AFICIONADO
Joaquín
Numancia, fue un caso interesantísimo entre los cantadores de Jota aragonesa.
¿Mejor, peor, igual a otros de su época?... No hemos de ser nosotros quienes
hayamos de dilucidarlo. Lo que si afirmamos, sin recelo alguno, sin temor a
decir lo que no es absolutamente cierto, es que Joaquín Numancia era algo
distinto a los que en aquellos tiempos destacaron. Y era así porque su
formación artística fue tan personal, tan intuitiva, tan apartada de moldes y escuelas tan independiente, tan
“suya” que, sin que nadie le hubiera enseñado a cenata la Jota, andando desde
pequeño entre guitarros y vihuelas, amando al canto regional y limitándose a
interpretarlo a su modo después de escuchar a joteros y aficionados, un buen
día se “destapó” ante el público, y no precisamente
en Aragón sino en Vasconia, en Villafranca de Oria. Y fue en tierra vasca su
debut, su bautismo artístico ante su auditorio no aragonés, porque Numancia
estaba casado con una buena moza Tolosa y tuvo ocasión, estando allí, de
organizar, llevado de su afición, un festival de Jota aragonesa. Es oportuno
hacer constar el hecho curioso de que en aquella ocasión, además de recibir
felicitaciones efusivas por su modo personalísimo de cantar, le dieron un
primer premio de baile. O sea, que sin haberse probado nunca ante el público,
resultaba que valía para cantar la Jota y para bailarla.
A parir de
este primer episodio de su vida de jotero aficionado volvió a Zaragoza, ingresó
como camillero en la Cruz Roja y fue en otro festival, organizado esta vez por
la humanitaria entidad, donde Numancia, volvió a cantar y empezó a cosechar,
como cantador reconocido, los más calurosos aplausos.
PROFESIONAL.
Joaquín
Numancia, baturro por esencia, presencia y potencia, que vestía con presencia y
garbo el traje regional, constituyendo una admirable estampa típica, se dio a
conocer como verdadero profesional en 1918, en la Ronda de Primavera, cuando a
la sazón contaba treinta y dos años de edad. Desde entonces hasta muy poco
antes de su muerte fue Numancia el jotero romántico por excelencia, altruista y
desinteresado, siendo una de sus principales características el hecho de que
siempre huyó de todo homenaje, de toda propaganda y de toda intervención en
concursos oficiales- Por no acudir a ningún certamen de Jota no tuvo
–oficialmente- premio alguno como cantador; pero cantó al estilo del “Royo del
Rabal” y del “Tuerto de las Tenerias”, y supo respetar, como “poco” la pureza
de los clásicos estilos. Un detalle de sus espléndidos y romanticismo es que
tuvo muchos discípulos y ni a uno solo le pasó factura por sus enseñanzas.
Numancia, en fin, aprovechaba todos los momentos libres para dedicarse a su
afición jotera, obsesionante; se gastaba los dineros por ella, regalaba el
fruto de su trabajo, prodigaba sus facultades y vivía y gozaba hablando de sus
aventuras, viajes, emociones, anécdotas y hechos curiosos relacionados con lo
que más le dominaba: la Jota.
ANÉCDOTAS Y
COPLAS ALUSIVAS
Joaquín
Numancia llevó fama de cantador ingenioso, tanto al espetar tierras suyas –
casi siempre improvisadas- como al aprovechar las ajenas en momentos adecuados.
Su historia de jotero está llena de anécdotas y alusiones célebres. Y es que
Numancia, baturro liso y llano, alegre y socarrón, poseía el don de la gracia,
del humorismo y de la oportunidad, unido no pocas veces a un buen sentido de la
galantería. Para muestra veamos varios ejemplos entre los muchos que podríamos
recordar.
En un
pueblo en fiestas en las estribaciones del Moncayo, dedicó a las mozas esta
copla plagiada a otra similar de García Arista:
Viendo
vuestras caras blancas
güelvo la
vista al Moncayo
y me
s’antojan carbones
las nieves
del gran picacho.
No le faltó
su sátira bien dispuesta cuando, con picardía e intención en una fiesta de alta
sociedad, en el Casino Mercantil de Zaragoza, al observar que habla resultado
estéril la llamada de Allué Salvador para que las señoritas acudieran al acto
vistiendo el traje regional, les “soltó” esta canta:
No llevaría
Agustina
cuando
disparó el cañón,
ni rímel,
ni falda corta,
ni pelico a
lo “garsón”.
En el Gran
Teatro de Córdoba en 1927, ante la mejor de la sociedad de la ciudad del
Califa, brindó a la mujer cordobesa esta cuarteta llena de galantería y fervor
baturro:
El mejor
cantar del mundo
es la Jota
aragonesa;
y la mujer
más bonita
es la mujer
cordobesa.
También en
1927, con motivo de la constitución en Zaragoza de la Junta Nacional del
Centenario de Goya, ante el alcalde de Madrid, el gran pintor Moreno Carbonero,
Eugenio D’Ore y otras personalidades españolas, nuestro jotero ofreció esta
ingeniosa canta hija de su inventiva:
Goya pintó
en sus Caprichos
cuanto vio
a su alrededor
Pero la
“Maja desnuda”…
¡pa mi, el
capricho mejor!
©Archivo Heraldo de Aragón
EL JOTERO
MILAGROSO…
En la
biografía de Joaquín Numancia que se ha traído a la Galería de la Jota de
HERALDO DE ARAGON no podía faltar un hecho duriocísimo al que, con menos
detalles, me referí en otra crónica no periodística. Se trata de las coplas
anecdóticas que él improvisó en cierta ocasión regocijante, que esta vez vamos
a describir ampliamente y con la mayor veracidad, de acuerdo con los datos
recogidos y con las declaraciones del ocurrente jotero.
En un
pueblo de la provincia de Zaragoza, cuyo nombre no hace al caso ni considero
oportuno mencionar, se celebraban las fiestas patronales. La gente escasamente
tenía humor para disfrutar de ellas. La sequía era espantosa. No llovía hacía
mucho tiempo y la cosecha de trigo estaba a punto de perderse. Numancia tenía
que intervenir en el tablado levantado en la plaza Mayor. Llegado el momento,
este cantador entremezclaba –como era peculiarísimo en él- las copias ajenas,
las más popularizadas, con las de su propia inventiva. Cuando llevaba cantadas
más de una docena, el alguacil del pueblo se le acercó y le dijo con gran
reserva – no sabemos si humorísticamente o llevado de un oculto fanatismo-:
“Oye, maño.
Ya podías inventar una coplica pa que llueva. Miá que tenemos los campos secos,
que nos vamos a quedar sin pan p’al ivierno, y ya no nos valen ni las
rogativas”. Y Numancia, ni corto ni perezoso, se lio la manta a la cabeza y
espetó la siguiente canta:
Premito, el
Patrón del pueblo
y la Virgen
soberana
que caigan
sobre estos campos
cien mil
toneladas de agua.
La ovación
fue ensordecedora. Los campesinos levantaban sus brazos musculosos y aplaudían
a rabiar. Las mujeres se mesaban los cabellos y lanzaban gritos de alegría. Los
viejos lloraban. Los críos saltaban de contento y recorrían la plaza como
cabrillas locas. Numancia, pleno de serenidad, llevó la vista a los confines
del horizonte observando que por encima de la sierra avanzaba rápidamente una
nube densa y oscura llevada por el fuerte viento del Somontano. Sin que el
pueblo se diese cuenta de ello aprovechó la circunstancia y, en un alarde de
gracia baturra y de fácil inventiva, soltó esta copla con oda la fuerza de sus
pulmones y con todo el vivo deseo de su corazón:
Que me
cuenten la cabeza
u me muera
de un torzón,
si antes de
cinco menutos
no nos cái
el chaparrón.
Aquello fue
el delirio, pues al acabar de desgranar la copla empezó a gotear mientras la
masa humana llevaba la vista al cielo donde ya se apreciaba el nubarrón
precursor del gran aguacero. Y como el pueblo, enardecido, pidiese más coplas,
Numancia- que como todos los espectadores permanecía impávido ante las primeras
ráfagas de lluvia alarmante que ya empapaba su bulcro vestido de “maño” lanzó
la “rematadera” entre el fulgor de los relámpagos y el estruendo de los
truenos:
No me
pidáis más coplicas
porque agua
la tenis ya;
ahura vais
a dame vino
y también
de merendar.
Numancia
había triunfado. Arreció el agua y la plaza quedó desierta en menos que canta
un gallo, no sin antes una cuadrilla de monos, casados, viudos, críos, viejos,
mozas y mujerucas, rodeando al héroe y llevándole en hombros, entre vítores y
aclamaciones, lo condujeron a los soportales y, al grito de “¡Milagro…
milagro!”, lo metieron en la taberna donde le obsequiaron, abrazaron y hasta
besaron – ellos y ellas-. Allá, afuera, en la plaza, en las calles, en las
huertas y en los campos, la lluvia bendita salvaba de la rutina y de la
desesperación a aquellos honrados labriegos que, a partir de aquel día, siempre
han recordado con cariño y simpatía al cantor zaragozano que desde entonces fue
bautizado por el alguacil del pueblo con el título humorístico de “El jotero
milagroso”.
Demetrio GALAN BERGUA.
En la
próxima entrega, nuestro gran Galán
Bergua nos acerca a la figura de uno de los grandes joteros de nuestra
historia… “El tuerto de las Tenerías”. ¿Sabéis de quién hablamos?
Sergio Sanz
Artús