martes, 30 de abril de 2013

BERNARDO BENITO Y SU ÉPOCA



Buenos días a tod@s!
Después del puente de San Jorge, retomamos las publicaciones que tan buena aceptación están teniendo.
Esta semana, recuperamos el artículo publicado el Domingo 10 de Septiembre de 1961 referido a Bernardo Benito y su época.
Esperamos que os guste!

CANTADORES CÉLEBRES: BERNARDO BENITO Y SU ÉPOCA

Anecdotario – la jota en los carnavales de fin de siglo XIX – serenata a Galdós.
Coplas a Joaquín Costa, alusivas a la carnavalada trágica

CARNESTOLENDAS DE 1895
Zaragoza rendía culto a Memo Caretas tragicómicas. Policromía de antifaces. Multicolor en trajes de Arlequín, Pierrot, Colombina y Polichinela. Rasos y sedas, percalinas y arpilleras, tules y blondas. Desnudeces de entonces, que resultarían cursis al lado de las de hoy. Descoco e incitación en las libertinas. Escotes discretos, recato y elegancia en las amantes del decoro y la distinción. Triunfaban en la calle la carátula y la escoba, la batuta y la zambomba, el viejo laterío y los impertinentes <<matasuegras>>. Por doquier, la voz fingida y las bromas de mejor o peor gusto, poniéndose a prueba el ingenio de los pocos y la grosería o la necedad de los más. Comparsas polifacéticas, alocadas, ensordecedoras, y máscaras en grupos animados o en individualidades aisladas y grotescas. Viejos <<chaqueís>>, raídas levitas, chisteras abonadas, <<hongos>> chulamente ladeados y <<cañizos>> ennegredecidos, chafados y agrietados. Cabezudos inmutables, tíos de <<higul>> tiznados a cara descubierta, y, en crepúsculos y auroras, borrachos amorosamente abrazos a las farolas, monologrando y haciendo zis-zas por los soportes, o durmiendo la <<mona>> en bancos de jardines, paseos, rondas y glorietas. En las pistas de Terpsicore, la serpentina y el confeti, el alcohol y la nicotina, la polka alocada y saltarina, el chotis castizo y pausado, la mazurka delicada y animosa, el ondulante y lento, o súbitamente vertiginoso vais, el pasodoble marchoso, españolísimo, y a enervante y voluntuosa habanera, servían de incentivo a la fogosidad natural y a la razón suprema de la juventud frente a la chochez de los viejos carcamales y a la estúpida vanidad de los modernos pisaverdes. De ellas, la candidez y la ignorancia por un lado, la liutandad y la picardía por otro, entraban en juego peligroso con la astucia de los <<flamencos>>, con la insensatez y la galantería de los novatos, y con los ardides y recursos de los veteranos. Una barahúnda, en fin, de pasiones y deseos, de vanas esperanzas y locas fantasías, de sueños y de farsas, de tardíos arrepentimientos precursores de precoces inminentes tragedias, constituían el espectáculo anual en un ambiente donde a las altas horas de la madrugada se caía en el abismo de la orgía y la concupiscencia…

EN LA PLAZA DE SAN FELIPE.
Una rondalla, una de las típicas rondallas que en aquellas fechas carnavalescas salían a tocar y a cantar la Jota por las calles zaragozanas destinando lo recaudado de la voluntad del público a sendas merendolas alegres y fraternales, hizo alto en la plaza de San Felipe.
Una veintena de mozos iba disfrazada de <<medio- baturro>>, con camisa y calzones blancos, faja azul o negra, alpargata abierta y antifaz de raso o careta de cartón. A poco de haberse estacionado el grupo en aquel rincón zaragozano donde constantemente recordamos la gesta de os Sitios cuando allí, en el campanario de la Torre Nueva, la inclinada, la Jota brotó ruda y retadora de las gargantas de los heroicos sitiados, en aquel día ventoso de Carnaval, cuando la plaza empezaba a cuajarse de espectadores improvisados pertenecientes a todas las clases sociales, sonaron las notas de la Jota aragonesa, y, previa la entrada de rigor, una preciosa voz infantil rasgó el aire para cantar maravillosamente la popular tonada de la <<fematera>>, con la letra siguiente:
¡Te tiraron, Torre Nueva
No fuiste torre caída.
Eras la torre inclinada
y en tu inclinación, altiva.
Una ovación estruendosa premio la sorprendente actuación de aquel niño prodigio, al que llevaba de la mano la famosa <<Tía  Pajareta>>, que, por cierto, también cantaba la Jota con arrestos y buen estilo. El  niño se llamaba Bernardo Benito, el que tras este suceso, entregándose a la Jota con toda la ilusión de su alma y con todo el empuje de su corazón, acabó, al correr el tiempo, por ser un magnifico interprete de nuestro canto regional.
La vida artística de este precoz cantador estaba condenada a ser breve. Es la eterna odisea de los muchachos que empiezan antes de la adolescencia. Pocos son los que en el tránsito de la segunda infancia a la pubertad se ven libres del violento y fatal cambio que les tiene reservado la Naturaleza. Las voces más admirables y las gargantas más privilegiadas pierden su primitivo encanto para quedar convertidas en vulgares dones, sin poder alcanzar sus poseedores en anhelado secreto de la perfección y de la personalidad. Sin embargo, Bernardo Benito cantó como un autentico prodigio desde el año 1901 al 1910. Y después, cuando hubo pasado por la amargura de retirarse voluntariamente de sus actividades como cantador, porque no quiso exponerse a desmerecer ante los que le habían admirado en la posesión de sus asombrosas facultades, todavía llegó a ser profesor de Jota, por derecho propio y porque valía para este cometido.



UNA COPLA A GALDOS
En el año 1906 se festejo al insigne don Benito Pérez Galdós, en su breve estancia en Zaragoza. Se hospedaba el glorioso autor de los <<Episodios Nacionales>> en el Hotel de Europa, de la plaza de la Constitución- Sabedor del pueblo de Zaragoza de la serenata que se había proyectado, invadió la plaza totalmente. Bajo uno de los balcones del amplio edificio se colocó la formidable rondalla del ilustre maestro Orós, llevando de cantador a Bernardo Benito. Galdós salió al balcón, y una atronadora ovación inundo el ámbito de la plaza zaragozana. El eminente literato no cesaba de saludar a la masa humana que debajo le vitoreaba enardecida. En medio de este apoteósico homenaje popular, Orós levanto la batuta, y, como por encanto, se hizo el silencio más absoluto. A su enérgico mandato sonaron lentos, majestuosos, los clásicos acordes iniciales de nuestra Jota. Y tras una cautivadora exposición de variaciones melódicas, la voz limpia y bien timbrada del cantador aragonés rasgó el espacio para decir al estilo de la tierra esta muestra del ingenio baturro:
Estoy viéndote, Galdós.
y pa mis adentros digo:
Quién tuviá tu mano derecha….
aunque fuese en cabestrillo.
Esta copla, abundosa en cambios fonéticos – tan en uso de aquella época-, provocó el entusiasmo en el pueblo de Zaragoza. Su efecto en el ánimo de Galdós fue tal que al acabar la tomada lloraba como un niño el maestro de la Literatura española.

DOS COPLAS A JOAQUIN COSTA
Cuando Joaquín Costa, visitó Zaragoza en el año 1995, tras el magno recibimiento que se le dispenso, fue organizado un banquete-homenaje en el Teatro-Circo.  A continuación de este acto, que resulto brillantísimo, fue también Bernardo Benito el cantador que le dedicó las dos siguientes coplas, francamente tendenciosas, si, pero tan llenas de verdad que lograron expresar en pocas palabras el clamor popular que sucedió, y todavía se conserva a los días aciagos de la fatal campaña de Cuba:
Una vieja enferma y pobre
se muere por consumición:
si don Joaquín no salva
no hay para ella salvación
La pobre y vieja era España, naturalmente:
En las maniguas cubanas
lloran tumbas de españoles
Ni de español ni es honrado
quien defiende a los traidores.
Y así, el que en una mascarada alegre y ruidosa de unos Carnavales intrascendentes para la nación empezó su efímera pero brillante carrera de cantador regional puede decir hoy, porque todavía vive, que una vez cuajado, en pleno triunfo y apogeo, también supo reflejar, a los acordes de la Jota, el sentimiento unánime del pueblo español ante aquella otra mascarada trágica que a la Patria y a sus hijos disparó las más tristes y desastrosas consecuencias, martilleando durante lustros nuestros oldos, y oprimiendo nuestros corazones el dramático sonsonete de la patética palabra:
¡CUBA!... ¡CUBA!...¡CUBA!...

Demetrio GALAN BERGUA.

La semana que viene recuperaremos a un cantador zaragozano, que dijo lo siguiente:
-          A mí me faltó mi madre siendo joven. Pero otra madre me recogió y ésta sí que la tendré hasta que me muera. Mi madre hoy es… ¡La jota aragonesa!.
¿Sabéis quien puede ser?
Sergio Sanz Artús

martes, 16 de abril de 2013

PASCUALA PERIÉ


Buenos días a tod@s!

Esta semana os hacemos entrega del artículo dedicado a una de las grandes de nuestra jota y cuya entrevista fue publicada el Domingo 3 de Septiembre de 1961.

 

CANTADORES CÉLEBRES: PASCUALA PERIE

 

PUEBLO DE JOTEROS

El pueblo de Nuez, a las orillas del Ebro tiene una destacada historia jotera, Juan Antonio, Manuel y Gerardo Gracia, con Dionisio Labasa, ya formaron un cuarteto admirable, aparte de los ascendientes de éstos, que fueron iniciadores y propulsores del canto de la Jota en aquella comarca. Pero a Nuez de Ebro le faltaba una jotera que viniese a completar y a realizar el rico plantel de cantadores allí nacidos. La niña que a los doce años ya empezó a llamar la atención de los que en el pueblo escucharon sus primeros destellos de gran calidad de voz y precoz asimilación de las tonadas popularizadas, pronto se dieron cuenta de que Pascualica Perié poseía unas cualidades extraordinarias para llegar a ser, bien orientada, bien cuidada, una gran cantadora de la Jota. Por fortuna para ella, fácil le fue hallar en Nuez un maestro excepcional: su tío carnal, Juan Antonio Gracia, hermano de su madre. Y, lógicamente, nadie con más interés, con mayor afecto y más experiencia, que su tío, el maravilloso estilista, para sacar partido de las aptitudes de la niña, y, con método prudencia ponerla en el camino de la celebridad.

A partir de aquí, la niña fue haciéndose moza, y, merced a los consejos y enseñanzas de su tío, venció la peligrosa y crítica mutación de la pubertad llegando a ser mujer en condiciones excepcionales para triunfar. Cuando Pascuala Perié se trasladó a vivir a Zaragoza el pueblo de Nuez de Ebro contaba ya en su historial con una gran promesa que muy pronto sería hermosa realidad.

 

LO QUE FUE PASCULA PERIE

No es cosa de repetir lo que todos los aragoneses conocen. Los sucesivos triunfos de  Pascuala, los premios y galardones logrados en diferentes concursos, las resonantes giras por España y el extranjero causando la admiración de toda clase de públicos, su brillante carrera, en fin. Pero sí quiero expresar este juicio mío fundamentado en lo que yo llamo proceso personalísimo; Pascuala Perié fue espontánea, primero; encauzada, después; lograda, más tarde; estilizada, cuando se lo propuso, maestra popular, y profesora oficial, últimamente.  Y, sobre todo, Pascuala Perié, en la Jota, fue siempre pura, legítima, auténtica, inconfundible.

Para mí, “La Perié”, o “La Pascuala”, que así, indistintamente la nombraban los compañeros y admiradores, fue un modelo ejemplar de cantadoras de Jota. Su vocación, su constancia, su afán de superarse, su entrega al canto regional, virtudes esenciales en todo perfecto y digno cantador, unido esto, en ella, a la bella expresión de las melodías, a la limpia dicción y vocalización, a su voz convenientemente educada, y al respeto a la pureza de los estilos, la llevaron a adquirir una recia personalidad, convirtiéndola en figura indiscutible de la Jota. Ella fue, en la época de su apogeo, que duró hasta su muerte la jotera imprescindible, la obligada, la más representativa.

 

LA “BIEN PLANTADA”

Entre las muchas y admirables características joteras de Pascuala Perié, hay una que destaca en forma tal que bien podemos denominar “suya”, peculiarísima, ejemplar. Me refiero a su modo de presentarse, estar y salir de escena, y a la impecable propiedad con que vestía el traje regional: pañuelo, jubón, falda, delantal, medias blancas, zapato bajo, todo el traje típico de la zaragozana, lo lucía ella con una autenticidad digna de alabanza y de servir de ejemplo… No voy a censurar a nadie, porque la entrada a escena, así como la permanencia y la salida de ella, comprendo que muchas veces están ligadas a algo temperamental, personal, espontáneo, casi automático que distingue a unos artistas de otros. Son maneras de ser, naturales, habituales en el individuo, y, por tanto respetabilísimas y, hasta, a veces, atractivas. No así la “posse” estudiada, premeditada e incluso ensayada, delante del espejo, con “saltitos”, movimientos ondulantes o rotatorios del cuerpo al “plantarse” para cantar, posturas retadoras, gestos innecesarios y despedidas más  o menos graciosas que muy poco dicen a favor de quien todo o parte de ellos practica en sus intervenciones. Pascuala Perié fue la jotera que, sin cálculo meditado, llegaba, actuaba, saludaba, agradecía y se despedía con grata seriedad, con “aire” de reina, de “reina de baturra”, de reina y “maña” a la vez… Y también sonreía, con una sonrisa natural, que era “suya”, espontánea, habitual en ella cuando sentía una satisfacción de cualquier índole. Sonreía como jotera, del mismo modo que lo hacía como esposa feliz, o como madre amantísima. Y su posición ante el público era la corriente en su casa, o en la calle, o donde quiera se bailase. Bien plantada toda su vida, en todos los ambientes, en todas las circunstancias, no podía dejar de serlo en los escenarios de la Jota, así como lo era ante sus alumnos de la Escuela Municipal. Alguien podrá decirme que sólo con eso no se triunfa en la Jota. De acuerdo, pero es que la Perié era, además, una gran figura de maestro canto, una verdadera maestra del estilo, una admirable intérprete de las tonadas más clásicas, y, sobre todo, una ejemplar detractora de los vicios o defectos que desvirtúan la maravillosa belleza de nuestras melodías. Por lo tanto… miel sobre hojuelas.

 


©Archivo Heraldo de Aragón

 

LA “MAGALLONERA”

En la historia artística de Pascuala Perié hay un dato digno de recordarlo siempre. Digamos, ante todo, que la jotera de Nuez de Ebro era enemiga de toda clase mistificaciones, degeneraciones y caprichosas estilizaciones de la Jota cantada. Odiaba las “ventajillas”, las florituras, los largos calderones y toda clase de efectismos para la galería. Cantaba las tonadas con una sencillez incomparable. Pero una sola vez quiso dar respuesta a cierta absurda estilización que ranchos de los lectores recordarán. Me refiero a la lamentable versión que llegó al cine español con la película “Nobleza baturra”. Ella, Pascuala, ya conocía otras versiones similares, pero jamás pensó en hacerlas populares con su intervención. En realidad fue en tal película la primera vez que se escuchó la típica “olivera” de Magallón convertida en una canción (que quiso hacérsenos pasar por estilo de Jota) arbitraria, lánguida, artificiosa, caprichosa, acomodaticia. Pues bien: Pascuala Perié supo -ya con decisión de maestra- demostrar cómo una cantadora aragonesa podía, a modo de lección, dar a la metamorfosis inaceptable del estilo original una faceta sugestiva que sirvió para que la “magallonera” suya, hiciese olvidar la de la célebre artista encargada de interpretar lo que ni a ella “le iba”, ni a la película le hacía falta alguna. De este modo, Pascuala Perié hizo famosa una bastarda “olivera” que debiera haberse desechado definitivamente del repertorio de todos los cantadores aragoneses. Por esto, yo, sinceramente, aun reconociendo que Pascuala Perié, fue el único “lujo” de maestra que con noble intención quiso permitirse interpretando lo que, aun siendo ilegítimo y reprobable, en boca de ella resultaba sugestivo o interesante, y gustaba extraordinariamente al público, he de confesar que jamás me ha agradado escuchar la “magallonera” en cuestión, y que no la considero digna de figurar en los cancioneros aragoneses ni en los repertorios de nuestros cantadores.  Otra cosa es que la “magallonera”, como canción inspirada en un estilo de Jota, no como Jota, resulte una composición melódica bellísima, sobre todo interpretada con el matiz y la delicadeza que en ella ponía, Pascuala Perié. En cambio, cantada por un hombre, por un jotero, es francamente cursi, inapropiada aunque la letra esté hecha para cantarla un varón, no una hembra:

Cuando vuelva de la siega

asómate a la ventana,

que a un segador no le importa

que le dé el sol cara a cara.

LOS DOS TRAJES

Pascuala Perié fue excelente esposa, madre amantísima, cristiana ejemplar y ferviente devota de la Virgen del Pilar, a la que dedicó en toda ocasión sus coplas predilectas. Y como era gran baturra y gran creyente se enfrentó con la muerte dando pruebas bien patentes de reciedumbre de espíritu, de resignación y serenidad, animando a los suyos y pidiendo que su cuerpo fuese amortajado con el hábito carmelitano. El traje regional, el que tan digna y gallardamente lució en vida, prefirió dejarle en el arca, como oro en paño y como recuerdo de su existencia artística. El otro, el de la muerte, no podía ser más que un exponente se ve arraigada religiosidad.

 

Demetrio GALAN BERGUA

 

El martes que viene, al ser 23 de abril, no publicaremos… Eso sí, el jueves 25, os daremos una pista del siguiente artículo.

Sergio Sanz Artús

martes, 9 de abril de 2013

CELESTINO BALLARÍN


Buenos días a tod@s!

Una semana más, recuperamos a los grandes intérpretes de nuestra jota de la mano del maestro D. Demetrio Galán Bergua.

Esta semana recibimos al cantador que hizo llorar al gran Fleta, y cuyo artículo fue publicado el Domingo 27 de Agosto de 1961.


CANTADORES CÉLEBRES: CELESTINO BALLARIN






PASTOR DE SU GANADO Y JOTERO EN EL MONTE

El día 18 de Abril de 1989, en la villa de Rueda de Jalón (Zaragoza), nació este célebre jotero que desde muy niño sintió gran afición por la Jota. Su ocupación habitual era cuidar del ganado de su propiedad, pasando en el monte la mayor parte de las horas del día. Allí, frente a la mole del Moncayo que a lo lejos resalta, el niño, mocico ya, se hizo recio y fuerte, rodeado en espliegos y tomillos que le saturaron de perfumadas esencias. Tostado por el sol y curtida su piel por el cierzo, empezó a desgranar las primeras tonadas que aprendiera en fiestas y rondas de su pueblo y comarca. De momento, contaba con una feliz memoria musical y con un imponente chorro de voz atenorada. Nadie sabía de su afición, ni de sus ensayos en pleno monte. Seguía, él día tras día, cuidando su rebaño y cantando, cada vez con más afán, con mayor seguridad. Pero Ballarín, hombre tan tímido como fuerte, nunca se atrevía a cantar ante sus familiares o conocidos. Hizo falta que un día de primavera, a la hora del véspero, cuando a la ya tenue luz de un crepúsculo maravilloso regresaba al pueblo, fuese sorprendido en sus expansiones joteras por un grupo de labriegos que, como él, volvían a sus casas. Grande fue el asombro de todos ellos, quedando admirados de aquella voz portentosa y del sabor que a las coplas imprimía el mocetón de Rueda.

Desde entonces, para nadie fue un secreto que Ballarín cantase la Jota. Más éste, siempre tímido y falto de decisión, continuó varios años cantando en el monte y negándose a hacerlo ante el público. Era el pastor jotero que solo allá, alejado del mundo, en la soledad y paz del campo, sentía el anhelo y la necesidad de cantar, sin ambiciones, sin vanidad, sin cálculos, sin esperanzas…

 EN TORRES DE BERRELLEN.

Celestino Ballarín, a la edad de veintisiete años fue a residir definitivamente a la cercana villa de Torres de Berrellén. Nadie sabía de sus aptitudes para la Jota cantada. Pero una noche, habiendo hecho relación y amistad con varios mozos, provistos de bandurrias y guitarras, y dispuestos a cantar unos  y otros como buena o malamente supieran. Y así, más mal que bien lo iban haciendo todos, menos Celestino.

-          ¿No cantas tú, Ballarín? – le preguntó uno de los mozos.

-          ¡Amos, échate una canta! – dijo otro, sin dar lugar a que Celestino contestase a la anterior.

-          Bueno… si lo queréis… pero… No sé lo que saldrá – dijo nuestro jotero.

Se pararon frente a la casa de don Elías Murillo Duarte, director de los rondallistas de Torres y administrador del señor duque de Villahermosa; y ante la sonrisa malévola de los del grupo rondador, que sospechaban una destemplada y desastrosa interpretación, el bueno de Celestino se plantó en jarras, alzó la cabeza, y en el momento oportuno “entró” sin titubeos, con afinación perfecta, con seguridad absoluta, y emitiendo una potente voz que inundó el ámbito de la calle cantando – entre la estupefacción de los demás- la célebre copla aplicada al bellísimo y valiente estilo de “El Baldomero”, cuya letra dice así:

Ya está la ronda en la calle

que no tiene resistencia;

lo mismo es tirale balas

que papeles a la Audencia.

Los mozos, de momento, sin reacción alguna, quedaron boquiabiertos, inmóviles como estatuas y mirándose unos a otros, como quien acaba de creer ver brujas o fantasmas; pero súbitamente volvieron a la realidad, y todos a una se lanzaron sobre Ballarín, al que abrazaron y estrujaron, mientras en el balcón de la casa de Elías Murillo aparecía éste medio vestido, con  muestras evidentes de sorpresa, entusiasmo y emoción. Desde el balcón dijo al cantador: “¡Mozo!... Mañana te espero para ensayar conmigo”. Al día siguiente el cantador del monte era probado por el profesor, quien, al fin, exclamo: “Maño, tú no sabes lo que tienes. Esa voz…, esas maneras… Tú serás un gran jotero”. Y lo fue.

 EN ZARAGOZA

Al poco tiempo se presentó al gran Cecilio Navarro, quien después de oírle le expresó: “Ballarín: En Aragón no existe hoy una voz como la suya. Usted será campeón” Cecilio le dio algunas lecciones. Concursó en el Teatro Principal en el año 1929, y fracasó porque al empezar a cantar vio a su madre en primera fila de butacas, se emocionó intensamente, se cortó y, naturalmente, no obtuvo premio.

Después, ensayó mucho tiempo con Bernardo Benito- que había sido excelente cantador-, y ya en 1930 consiguió el segundo premio en el Certamen Oficial; el primero en Madrid, en 1933, el 12 de Octubre, que es cuando Miguel Fleta le escuchó desde un palco, y fue al escenario a felicitarle y decirle: “Me has hecho llorar, Ballarín. ¡Qué gran tenor lírico serías!”. Y, por fin, el primer premio en el Principal de Zaragoza.


©Archivo Heraldo de Aragón


ANÉCDOTAS

Ballarín recorrió España, Francia y Portugal. En Madrid un espectador le dijo gritando: “Así como eres de feo a montones, tienes la voz a carretadas”. – En Fraga, el periodista Antonio Beltrán le preguntó entusiasmado “¿Por casualidad, tiene usted de aceros los pulmones?” - Otra vez en Madrid un médico llamado Del Arco, que era de La Naja, en el Teatro Price le quitó el cacherulo, se lo puso él y le obligó a dar una vuelta por la pista, entre las aclamaciones del público. Y me contaba Celestino que aquel día recogió tantos puros que lleno una maleta, añadiéndome: “Y casi todos abanos de calidad”. En pleno apogeo, todos los años iba a San Sebastián, requerido por los duques de Villahermosa para cantar en su palacio.

 DOLOROSO FINAL

El día 20 de Marzo de 1942 estando cantando en el Centro Mercantil de Zaragoza, le llamaron a parte para comunicarle que su mujer acababa de morir. Y allí terminó la vida artística de Celestino Ballarín. Han pasado los años sin que la Jota haya asomado a sus labios. Últimamente, solo por complacer a los mozos de Torres de Berrellén, pueblo al que quiere entrañablemente, cantó una vez, a los sesenta años de edad, observando que conforme cantaba más y más, mejor “le salía” la voz. Y estas son las recientes palabras que he escuchado del gran jotero: “Hoy, no tendría inconveniente en volver a cantar tonadas y más tonadas, pero… ya comprenderá usted que como en aquellos tiempos… no podría ser”. El célebre cantador, el antiguo pastor de su ganado y jotero del monte, tiene razón. La Jota, para cantarla sin el espíritu y las energías de la juventud, vale más guardarla amorosamente, siempre viva en el fondo del alma y del corazón.

 

Demetrio GALÁN BERGUA.

 

La semana que viene recuperaremos el artículo que hace referencia a una de las grandes de la jota. Una cantadora con mayúsculas que se convirtió en el origen de una de las grandes escuelas de todos los tiempos y que D. Demetrio definió como La “Bien Plantada”.

Por cierto, atentos tod@s a la reflexión que el gran Bergua hace sobre la olivera de “Magallón”.

¿A quién nos referimos?

Sergio Sanz Artús
 
 

martes, 2 de abril de 2013

RAMON BARECHE ESQUES



Buenos días a tod@s!
¡Gracias por la aceptación del primer artículo de D. Demetrio Galán Bergua!
Esta semana, tal  y como os avancé en la pista la semana pasada, vamos a recuperar el artículo que publicó D. Demetrio el Domingo 20 de Agosto de 1961.
¡Espero que os guste!

CANTADORES CÉLEBRES: RAMON BARECHE ESQUES

LA MODESTÍA DEL CANTADOR.
Nacido en La Perdiguera (Huesca), el 15 de Septiembre de 1910, este cantador, que todavía cantaba con arrestos de juventud y de talles de buen jotero, es uno de los hombres más modestos que he conocido. Tal vez por esta modestia suya, que le aferró a la idea y decisión de no presentarse a ningún Certamen Oficial, en los que, infundadamente, temía al fracaso, su recia personalidad de cantador no ha llegado a lo que otros, con menos méritos, llegaron. Pero la realidad es que cuando este año le oí cantar en el Teatro Calderón de Madrid, con motivo de la imposición de la insignia de oro de la “Peña Amigos de la Jota” a Jesús Gracia, me quedé perplejo ante un hombre que a los 51 años de edad “decía” la Jota con voz clara, matiz perfecto, y una rasmia y un sabor que para sí lo quisieran muchos de los que en los últimos cincuenta años han presumido de figuras.
Pronto, el maestro Fidel Seral, de Huesca, vio en él una promesa y lo incluyó en el grupo de sus discípulos predilectos. Al cabo de pocos años ya formó parte en los cuadros en los que destacaban como primeras figuras las célebres cantadoras oscenses Camila Gracia y Gregoria Ciprés, discípulas, como él, del jotero Seral. Pero Ramón Bareche, esclavo siempre de su modestia, dejó pasar el tiempo sin ponerse a prueba en un Certamen Oficial. Este fue su error, porque del mismo modo que en Madrid, en el Teatro Price en el año 1932, en el concurso en cuyo jurado figuraban nada menos que el insigne maestro Pablo Luna y el inmenso Miguel Fleta entre 21 cantadores, obtuvo el segundo premio, siendo el primero para el gran cantador de Épila, Francisco Rodríguez, no era ninguna aventura peligrosa el presentarse en Certamen Oficial de Zaragoza, y, probablemente, estando en su mejor forma, fácilmente hubiera logrado uno de los primeros galardones, y, como él, el paso a una mayor celebridad.

JOTERO RONDADOR
Ramón Bareche, desde los catorce años de edad, ya se distinguió por la gracia con que cantaba las Jotas de ronda en su pueblo natal. Luego durante muchos años, fue el cantador más solicitado por todos los ayuntamientos de la provincia para formar parte, con éxito rotundo, en los más variados festivales, destacando, sobre todo, su genial dote rondador y su facilidad y gracia  para concebir las más ocurrente coplas alusivas.  Por esto, en el sufrido anecdotario de la Jota cantada, Ramón Bareche figura junto a los joteros más espontáneos e ingeniosos.



LAS “SALIDICAS” DE RAMÓN BARECHE
El popular jotero de La Perdiguera llevó fama por su rápida inventiva en las coplas improvisadas y alusivas, especialmente cuando alguien, conociendo esta cualidad, muy unido a su amor propio, le daba pie para soltar el chorro inagotable de su humorismo, que, en tales casos, tenía carácter de lógica revancha.
Voy a dar a conocer dos coplas de este tipo, entre las muchas que podríamos recordar. He aquí uno de los hechos. En la villa de Graus, cierta noche pasaba la ronda tañendo y cantando por las calles de la localidad. A la cabeza del grupo rondador iba nuestro jotero dispuesto a cantarle hasta al lucero del alba. En esto, una mujer –poco agradecida, por cierto-, asomada a un balcón, junto a varios mozos y mozas, con voz potente y sin recato alguno, inundó la calle, al exclamar, dirigiéndose a Ramón: “¡Válgame Dios, qué cantador más feo!”. Oír aquello el jotero, plantarse ante la casa, detener la rondalla para que siguiera su ejemplo, exprimir su meollo “coger entrada”,  y espetar esta copla, todo fue uno:
Me dices que yo soy feo;
que tú lo eres, ya lo sabes.
El consuelo que me queda…
que semos los dos iguales.
Las risotadas fueron generales. Allí todo el mundo celebró la “salidica”. Y como en Aragón “semos” así, hasta la atrevida e incitadora pero bueno mujer río a carcajadas.
En otra ocasión, el alcalde de Tamarite de la Litera, que conocía el “humor” de Bareche, y sabía que si se le pedía con exigencia demostraba no tener pelos en la lengua, reunión en el Ayuntamiento a los joteros de aquel año, con el exclusivo objeto de soltarse con la Jota. Sonó la rondalla, cantaron unos y otros su correspondiente copla, y llegó el turno a Ramón Bareche que, como figura destacada, habría de cerrar el acto. Y díjole el alcalde: “¡Ahora, te toca a ti, Ramón. Pero no una sola copla. Te pido dos o tres, por lo menos. Vas a complacerme, ¿verdad?”. La contestación a petición tan correcta no se hizo esperar. Tres magníficas tonadas brotaron de la recta garganta del cantador. Los grandes aplausos de los allí reunidos fueron interrumpidos por el alcalde que, puesto en pie, con premeditado aire de emperador, se dirigió de nuevo a Bareche para decirle: “Esta bien, pero ahora quiero… la despedida. Así que ya lo sabes: ¡A cantarla!”. Bien sabía el alcalde lo que busca. Y bien supo complacerle el jotero, con esta copla improvisada:
Cuando un alcalde me pide
contesto con güenos modos;
pero si esije, le doy…
con la guitarra en los morros.
Pero Ramón Bareche no pasó de hacer un ademán significativo, agarrando la guitarra de uno de los del grupo, y levantándola amenazadora ante el alcalde de Tamarite. La copla, que tuvo un gran éxito mereció en insistente y cálido aplauso de la primera autoridad, y fue jocosamente comentada en la provincia de Huesca.

Demetrio GALÁN BERGUA.

La semana que viene recuperaremos la publicación referida a un cantador zaragozano nacido en Rueda de Jalón y que pasó gran parte de su vida en la cercana localidad de Torres de Berrellén.
El 12 de octubre de 1933, el gran Miguel Fleta le dijo tras actuar: “Me has hecho llorar. ¡Qué gran tenor lírico serías!”
¿De quién hablamos?
Sergio Sanz Artús