Buenos días a tod@s!
Después del puente de San Jorge, retomamos
las publicaciones que tan buena aceptación están teniendo.
Esta semana, recuperamos el artículo
publicado el Domingo 10 de Septiembre de
1961 referido a Bernardo Benito y su
época.
Esperamos que os guste!
CANTADORES CÉLEBRES: BERNARDO BENITO Y SU ÉPOCA
Anecdotario – la jota en los carnavales de fin de siglo XIX – serenata
a Galdós.
Coplas a Joaquín Costa, alusivas a la carnavalada trágica
CARNESTOLENDAS DE 1895
Zaragoza
rendía culto a Memo Caretas tragicómicas. Policromía de antifaces. Multicolor
en trajes de Arlequín, Pierrot, Colombina y Polichinela. Rasos y sedas,
percalinas y arpilleras, tules y blondas. Desnudeces de entonces, que
resultarían cursis al lado de las de hoy. Descoco e incitación en las
libertinas. Escotes discretos, recato y elegancia en las amantes del decoro y
la distinción. Triunfaban en la calle la carátula y la escoba, la batuta y la
zambomba, el viejo laterío y los impertinentes <<matasuegras>>. Por
doquier, la voz fingida y las bromas de mejor o peor gusto, poniéndose a prueba
el ingenio de los pocos y la grosería o la necedad de los más. Comparsas
polifacéticas, alocadas, ensordecedoras, y máscaras en grupos animados o en
individualidades aisladas y grotescas. Viejos <<chaqueís>>, raídas
levitas, chisteras abonadas, <<hongos>> chulamente ladeados y
<<cañizos>> ennegredecidos, chafados y agrietados. Cabezudos
inmutables, tíos de <<higul>> tiznados a cara descubierta, y, en
crepúsculos y auroras, borrachos amorosamente abrazos a las farolas,
monologrando y haciendo zis-zas por los soportes, o durmiendo la
<<mona>> en bancos de jardines, paseos, rondas y glorietas. En las
pistas de Terpsicore, la serpentina y el confeti, el alcohol y la nicotina, la
polka alocada y saltarina, el chotis castizo y pausado, la mazurka delicada y
animosa, el ondulante y lento, o súbitamente vertiginoso vais, el pasodoble
marchoso, españolísimo, y a enervante y voluntuosa habanera, servían de
incentivo a la fogosidad natural y a la razón suprema de la juventud frente a
la chochez de los viejos carcamales y a la estúpida vanidad de los modernos
pisaverdes. De ellas, la candidez y la ignorancia por un lado, la liutandad y
la picardía por otro, entraban en juego peligroso con la astucia de los <<flamencos>>,
con la insensatez y la galantería de los novatos, y con los ardides y recursos
de los veteranos. Una barahúnda, en fin, de pasiones y deseos, de vanas
esperanzas y locas fantasías, de sueños y de farsas, de tardíos
arrepentimientos precursores de precoces inminentes tragedias, constituían el
espectáculo anual en un ambiente donde a las altas horas de la madrugada se
caía en el abismo de la orgía y la concupiscencia…
EN LA PLAZA DE SAN FELIPE.
Una
rondalla, una de las típicas rondallas que en aquellas fechas carnavalescas
salían a tocar y a cantar la Jota por las calles zaragozanas destinando lo
recaudado de la voluntad del público a sendas merendolas alegres y fraternales,
hizo alto en la plaza de San Felipe.
Una
veintena de mozos iba disfrazada de <<medio- baturro>>, con camisa
y calzones blancos, faja azul o negra, alpargata abierta y antifaz de raso o
careta de cartón. A poco de haberse estacionado el grupo en aquel rincón
zaragozano donde constantemente recordamos la gesta de os Sitios cuando allí,
en el campanario de la Torre Nueva, la inclinada, la Jota brotó ruda y retadora
de las gargantas de los heroicos sitiados, en aquel día ventoso de Carnaval,
cuando la plaza empezaba a cuajarse de espectadores improvisados pertenecientes
a todas las clases sociales, sonaron las notas de la Jota aragonesa, y, previa
la entrada de rigor, una preciosa voz infantil rasgó el aire para cantar
maravillosamente la popular tonada de la <<fematera>>, con la letra
siguiente:
¡Te
tiraron, Torre Nueva
No fuiste torre
caída.
Eras la
torre inclinada
y en tu
inclinación, altiva.
Una ovación
estruendosa premio la sorprendente actuación de aquel niño prodigio, al que
llevaba de la mano la famosa <<Tía
Pajareta>>, que, por cierto, también cantaba la Jota con arrestos y
buen estilo. El niño se llamaba Bernardo
Benito, el que tras este suceso, entregándose a la Jota con toda la ilusión de
su alma y con todo el empuje de su corazón, acabó, al correr el tiempo, por ser
un magnifico interprete de nuestro canto regional.
La vida
artística de este precoz cantador estaba condenada a ser breve. Es la eterna
odisea de los muchachos que empiezan antes de la adolescencia. Pocos son los
que en el tránsito de la segunda infancia a la pubertad se ven libres del
violento y fatal cambio que les tiene reservado la Naturaleza. Las voces más
admirables y las gargantas más privilegiadas pierden su primitivo encanto para
quedar convertidas en vulgares dones, sin poder alcanzar sus poseedores en
anhelado secreto de la perfección y de la personalidad. Sin embargo, Bernardo
Benito cantó como un autentico prodigio desde el año 1901 al 1910. Y después,
cuando hubo pasado por la amargura de retirarse voluntariamente de sus
actividades como cantador, porque no quiso exponerse a desmerecer ante los que
le habían admirado en la posesión de sus asombrosas facultades, todavía llegó a
ser profesor de Jota, por derecho propio y porque valía para este cometido.
UNA COPLA A GALDOS
En el año
1906 se festejo al insigne don Benito Pérez Galdós, en su breve estancia en
Zaragoza. Se hospedaba el glorioso autor de los <<Episodios
Nacionales>> en el Hotel de Europa, de la plaza de la Constitución-
Sabedor del pueblo de Zaragoza de la serenata que se había proyectado, invadió
la plaza totalmente. Bajo uno de los balcones del amplio edificio se colocó la
formidable rondalla del ilustre maestro Orós, llevando de cantador a Bernardo
Benito. Galdós salió al balcón, y una atronadora ovación inundo el ámbito de la
plaza zaragozana. El eminente literato no cesaba de saludar a la masa humana
que debajo le vitoreaba enardecida. En medio de este apoteósico homenaje
popular, Orós levanto la batuta, y, como por encanto, se hizo el silencio más
absoluto. A su enérgico mandato sonaron lentos, majestuosos, los clásicos
acordes iniciales de nuestra Jota. Y tras una cautivadora exposición de
variaciones melódicas, la voz limpia y bien timbrada del cantador aragonés
rasgó el espacio para decir al estilo de la tierra esta muestra del ingenio
baturro:
Estoy
viéndote, Galdós.
y pa mis
adentros digo:
Quién tuviá
tu mano derecha….
aunque
fuese en cabestrillo.
Esta copla,
abundosa en cambios fonéticos – tan en uso de aquella época-, provocó el
entusiasmo en el pueblo de Zaragoza. Su efecto en el ánimo de Galdós fue tal
que al acabar la tomada lloraba como un niño el maestro de la Literatura
española.
DOS COPLAS A JOAQUIN COSTA
Cuando
Joaquín Costa, visitó Zaragoza en el año 1995, tras el magno recibimiento que
se le dispenso, fue organizado un banquete-homenaje en el Teatro-Circo. A continuación de este acto, que resulto
brillantísimo, fue también Bernardo Benito el cantador que le dedicó las dos
siguientes coplas, francamente tendenciosas, si, pero tan llenas de verdad que
lograron expresar en pocas palabras el clamor popular que sucedió, y todavía se
conserva a los días aciagos de la fatal campaña de Cuba:
Una vieja
enferma y pobre
se muere
por consumición:
si don
Joaquín no salva
no hay para
ella salvación
La pobre y
vieja era España, naturalmente:
En las
maniguas cubanas
lloran
tumbas de españoles
Ni de
español ni es honrado
quien
defiende a los traidores.
Y así, el
que en una mascarada alegre y ruidosa de unos Carnavales intrascendentes para
la nación empezó su efímera pero brillante carrera de cantador regional puede
decir hoy, porque todavía vive, que una vez cuajado, en pleno triunfo y apogeo,
también supo reflejar, a los acordes de la Jota, el sentimiento unánime del
pueblo español ante aquella otra mascarada trágica que a la Patria y a sus
hijos disparó las más tristes y desastrosas consecuencias, martilleando durante
lustros nuestros oldos, y oprimiendo nuestros corazones el dramático sonsonete
de la patética palabra:
¡CUBA!...
¡CUBA!...¡CUBA!...
Demetrio
GALAN BERGUA.
La semana
que viene recuperaremos a un cantador zaragozano, que dijo lo siguiente:
-
A mí me faltó mi madre siendo
joven. Pero otra madre me recogió y ésta sí que la tendré hasta que me muera.
Mi madre hoy es… ¡La jota aragonesa!.
¿Sabéis
quien puede ser?
Sergio Sanz Artús