miércoles, 23 de marzo de 2016

JOAQUÍN NUMANCIA

Buenos días a tod@s!
Como os comentábamos en la anterior publicación, esta semana el artículo de “El Heraldo de la Jota” escrito por D. Demetrio Galán Bergua habla del “jotero romántico por excelencia, altruista y desinteresado”, Joaquín Numancia.
Os dejamos con el artículo publicado el 3 de Diciembre de 1961.

Domingo 3 de diciembre de 1961

GALERIA DE LA JOTA
CANTADORES CÉLEBRES: JOAQUIN NUMANCIA

ANIVERSARIO
Hoy, día 3 de diciembre de 1961, hace dieciocho años que falleció en Zaragoza el castizo jotero Joaquín Numancia, que nació en nuestra ciudad en 1898, en la calle de San Lorenzo, y fue bautizado en la Iglesia de la Magdalena. Al iniciar esta crónica biográfica en la Galería de la Jota de HERALDO DE ARAGON queremos, a la vez que la ofrecemos a los lectores, dedicarla a sus familiares, muy especialmente a su viuda e hijos, en la seguridad de que este recuerdo periodístico en el decimoctavo aniversario de su muerte llegará a ellos como una prueba del afecto, simpatía y admiración que por él sentimos los que tuvimos la satisfacción de conocerle.

AFICIONADO
Joaquín Numancia, fue un caso interesantísimo entre los cantadores de Jota aragonesa. ¿Mejor, peor, igual a otros de su época?... No hemos de ser nosotros quienes hayamos de dilucidarlo. Lo que si afirmamos, sin recelo alguno, sin temor a decir lo que no es absolutamente cierto, es que Joaquín Numancia era algo distinto a los que en aquellos tiempos destacaron. Y era así porque su formación artística fue tan personal, tan intuitiva, tan apartada  de moldes y escuelas tan independiente, tan “suya” que, sin que nadie le hubiera enseñado a cenata la Jota, andando desde pequeño entre guitarros y vihuelas, amando al canto regional y limitándose a interpretarlo a su modo después de escuchar a joteros y aficionados, un buen día se “destapó” ante el público, y  no precisamente en Aragón sino en Vasconia, en Villafranca de Oria. Y fue en tierra vasca su debut, su bautismo artístico ante su auditorio no aragonés, porque Numancia estaba casado con una buena moza Tolosa y tuvo ocasión, estando allí, de organizar, llevado de su afición, un festival de Jota aragonesa. Es oportuno hacer constar el hecho curioso de que en aquella ocasión, además de recibir felicitaciones efusivas por su modo personalísimo de cantar, le dieron un primer premio de baile. O sea, que sin haberse probado nunca ante el público, resultaba que valía para cantar la Jota y para bailarla.
A parir de este primer episodio de su vida de jotero aficionado volvió a Zaragoza, ingresó como camillero en la Cruz Roja y fue en otro festival, organizado esta vez por la humanitaria entidad, donde Numancia, volvió a cantar y empezó a cosechar, como cantador reconocido, los más calurosos aplausos.

PROFESIONAL.
Joaquín Numancia, baturro por esencia, presencia y potencia, que vestía con presencia y garbo el traje regional, constituyendo una admirable estampa típica, se dio a conocer como verdadero profesional en 1918, en la Ronda de Primavera, cuando a la sazón contaba treinta y dos años de edad. Desde entonces hasta muy poco antes de su muerte fue Numancia el jotero romántico por excelencia, altruista y desinteresado, siendo una de sus principales características el hecho de que siempre huyó de todo homenaje, de toda propaganda y de toda intervención en concursos oficiales- Por no acudir a ningún certamen de Jota no tuvo –oficialmente- premio alguno como cantador; pero cantó al estilo del “Royo del Rabal” y del “Tuerto de las Tenerias”, y supo respetar, como “poco” la pureza de los clásicos estilos. Un detalle de sus espléndidos y romanticismo es que tuvo muchos discípulos y ni a uno solo le pasó factura por sus enseñanzas. Numancia, en fin, aprovechaba todos los momentos libres para dedicarse a su afición jotera, obsesionante; se gastaba los dineros por ella, regalaba el fruto de su trabajo, prodigaba sus facultades y vivía y gozaba hablando de sus aventuras, viajes, emociones, anécdotas y hechos curiosos relacionados con lo que más le dominaba: la Jota.

ANÉCDOTAS Y COPLAS ALUSIVAS
Joaquín Numancia llevó fama de cantador ingenioso, tanto al espetar tierras suyas – casi siempre improvisadas- como al aprovechar las ajenas en momentos adecuados. Su historia de jotero está llena de anécdotas y alusiones célebres. Y es que Numancia, baturro liso y llano, alegre y socarrón, poseía el don de la gracia, del humorismo y de la oportunidad, unido no pocas veces a un buen sentido de la galantería. Para muestra veamos varios ejemplos entre los muchos que podríamos recordar.
En un pueblo en fiestas en las estribaciones del Moncayo, dedicó a las mozas esta copla plagiada a otra similar de García Arista:
Viendo vuestras caras blancas
güelvo la vista al Moncayo
y me s’antojan carbones
las nieves del gran picacho.
No le faltó su sátira bien dispuesta cuando, con picardía e intención en una fiesta de alta sociedad, en el Casino Mercantil de Zaragoza, al observar que habla resultado estéril la llamada de Allué Salvador para que las señoritas acudieran al acto vistiendo el traje regional, les “soltó” esta canta:
No llevaría Agustina
cuando disparó el cañón,
ni rímel, ni falda corta,
ni pelico a lo “garsón”.
En el Gran Teatro de Córdoba en 1927, ante la mejor de la sociedad de la ciudad del Califa, brindó a la mujer cordobesa esta cuarteta llena de galantería y fervor baturro:
El mejor cantar del mundo
es la Jota aragonesa;
y la mujer más bonita
es la mujer cordobesa.
También en 1927, con motivo de la constitución en Zaragoza de la Junta Nacional del Centenario de Goya, ante el alcalde de Madrid, el gran pintor Moreno Carbonero, Eugenio D’Ore y otras personalidades españolas, nuestro jotero ofreció esta ingeniosa canta hija de su inventiva:
Goya pintó en sus Caprichos
cuanto vio a su alrededor
Pero la “Maja desnuda”…

¡pa mi, el capricho mejor!

©Archivo Heraldo de Aragón

EL JOTERO MILAGROSO…
En la biografía de Joaquín Numancia que se ha traído a la Galería de la Jota de HERALDO DE ARAGON no podía faltar un hecho duriocísimo al que, con menos detalles, me referí en otra crónica no periodística. Se trata de las coplas anecdóticas que él improvisó en cierta ocasión regocijante, que esta vez vamos a describir ampliamente y con la mayor veracidad, de acuerdo con los datos recogidos y con las declaraciones del ocurrente jotero.
En un pueblo de la provincia de Zaragoza, cuyo nombre no hace al caso ni considero oportuno mencionar, se celebraban las fiestas patronales. La gente escasamente tenía humor para disfrutar de ellas. La sequía era espantosa. No llovía hacía mucho tiempo y la cosecha de trigo estaba a punto de perderse. Numancia tenía que intervenir en el tablado levantado en la plaza Mayor. Llegado el momento, este cantador entremezclaba –como era peculiarísimo en él- las copias ajenas, las más popularizadas, con las de su propia inventiva. Cuando llevaba cantadas más de una docena, el alguacil del pueblo se le acercó y le dijo con gran reserva – no sabemos si humorísticamente o llevado de un oculto fanatismo-:
“Oye, maño. Ya podías inventar una coplica pa que llueva. Miá que tenemos los campos secos, que nos vamos a quedar sin pan p’al ivierno, y ya no nos valen ni las rogativas”. Y Numancia, ni corto ni perezoso, se lio la manta a la cabeza y espetó la siguiente canta:
Premito, el Patrón del pueblo
y la Virgen soberana
que caigan sobre estos campos
cien mil toneladas de agua.
La ovación fue ensordecedora. Los campesinos levantaban sus brazos musculosos y aplaudían a rabiar. Las mujeres se mesaban los cabellos y lanzaban gritos de alegría. Los viejos lloraban. Los críos saltaban de contento y recorrían la plaza como cabrillas locas. Numancia, pleno de serenidad, llevó la vista a los confines del horizonte observando que por encima de la sierra avanzaba rápidamente una nube densa y oscura llevada por el fuerte viento del Somontano. Sin que el pueblo se diese cuenta de ello aprovechó la circunstancia y, en un alarde de gracia baturra y de fácil inventiva, soltó esta copla con oda la fuerza de sus pulmones y con todo el vivo deseo de su corazón:
Que me cuenten la cabeza
u me muera de un torzón,
si antes de cinco menutos
no nos cái el chaparrón.
Aquello fue el delirio, pues al acabar de desgranar la copla empezó a gotear mientras la masa humana llevaba la vista al cielo donde ya se apreciaba el nubarrón precursor del gran aguacero. Y como el pueblo, enardecido, pidiese más coplas, Numancia- que como todos los espectadores permanecía impávido ante las primeras ráfagas de lluvia alarmante que ya empapaba su bulcro vestido de “maño” lanzó la “rematadera” entre el fulgor de los relámpagos y el estruendo de los truenos:
No me pidáis más coplicas
porque agua la tenis ya;
ahura vais a dame vino
y también de merendar.
Numancia había triunfado. Arreció el agua y la plaza quedó desierta en menos que canta un gallo, no sin antes una cuadrilla de monos, casados, viudos, críos, viejos, mozas y mujerucas, rodeando al héroe y llevándole en hombros, entre vítores y aclamaciones, lo condujeron a los soportales y, al grito de “¡Milagro… milagro!”, lo metieron en la taberna donde le obsequiaron, abrazaron y hasta besaron – ellos y ellas-. Allá, afuera, en la plaza, en las calles, en las huertas y en los campos, la lluvia bendita salvaba de la rutina y de la desesperación a aquellos honrados labriegos que, a partir de aquel día, siempre han recordado con cariño y simpatía al cantor zaragozano que desde entonces fue bautizado por el alguacil del pueblo con el título humorístico de “El jotero milagroso”.

Demetrio GALAN BERGUA.

En la próxima entrega, nuestro gran Galán Bergua nos acerca a la figura de uno de los grandes joteros de nuestra historia… “El tuerto de las Tenerías”. ¿Sabéis de quién hablamos?
Sergio Sanz Artús

No hay comentarios:

Publicar un comentario