jueves, 14 de marzo de 2019

DOMINGO MARTÍNEZ


¡Buenos días a tod@s!
Con este artículo, damos fin a los publicados durante el año 1961. En total, 20 artículos que daban comienzo a una saga de más de 100 y que iremos publicando poco a poco en nuestro blog.
El 31 de diciembre de 1961, D. Demetrio Galán Bergua nos acercaba a la figura de Domingo Martínez, de Épila.

Domingo 31 de diciembre de 1961

GALERIA DE LA JOTA
CANTADORES CÉLEBRES: DOMINGO MARTÍNEZ, DE ÉPILA

UN JOTERO DE ÉPILA.
La villa de Épila, como Tauste, Fuendejalón, Andorra, Albalate del Arzobispo, Nuez de Ebro, Fuentes de Ebro, y otras localidades aragonesas, tiene notable historia jotera. “El Tío Chindribú”, “El Carabinero”, Francisco Rodríguez “Redondo”, y Domingo Martínez han formado un cuarteto digno de incluirse, sin reservas, en la Galería de la Jota. Hoy vamos a ocuparnos del último de ellos: Domingo Martínez Gracia, que nació en Épila el 11 de marzo de 1888. Hace pocos días tuve el placer de saludarle y quedé encantado de charlar con él porque los tres cuartos de siglo que está próximo a cumplir no le han alejado espiritualmente de la Jota a la que tanto amó y tan brillantemente representó.
Domingo Martínez no fue un cantador precoz dentro del profesionalismo, puesto que hasta los 21 años de edad no se dio a conocer en Zaragoza. Pero sí que desde mozo actuó en su pueblo como incansable rondador nocturno y acompañando a los quintos en las emotivas jornadas de sorteos, despedidas y licenciamientos. Esta bella estampa rural, tan típica en Aragón, fue vivida por él durante varios años, ya que por gozar de una hermosa voz y conocer muchas tonadas, era frecuentemente requerido por los mozos que entraban en la edad militar. Así, entre noches de ronda y algazaras de la juventud, fue haciéndose cantador de jota y afianzando su potente registro barítono-atenorado.
Domingo Martínez posee una feliz memoria y, de buenas a primeras, al preguntarle yo por las coplas de ronda de sus tiempos jóvenes, me espetó estas tres, entre las muchas que recordó:
Todas las noches del año
de ronda voy a salir
pa ver si le quito el sueño
a quien me lo quita a mí.

Poco sale mi guitarro,
cualquier pequeño lo rompe,
pero el hombre que lo rompa…
¡ya necesita ser hombre!

Estoy haciendo la lista
de los novios que has tenido,
y voy en el quinto pliego
del segundo cuadernillo.

EN AQUELLA ZARAGOZA.
Domingo Martínez, cumplidos los 21 años, tuvo ocasión de actuar en una fiesta de Jota que se dio en la pequeña Plaza de Toros que entonces existía en la “Quinta Julieta”, encantador vergel a orilla del Canal Imperial, algo más arriba del Cabezo Cortado. Era la época en que los zaragozanos acudíamos frecuentemente a tal paraje haciendo el viaje en la góndola coquetona que partía de la playa de Torrero y surcaba majestuosamente las barrosas aguas del Canal, lentamente arrastrada por un cable del que tiraba una caballería. ¡Felices días aquellos de las verbenas con música de organillos, ritmos de chotis y habanera, churros, agua de anís, limón y escorzonera, sano regocijo y ambiente cordial entre aromas de tomillo, mejorana y hierbabuena!
Allí, en la “Quinta Julieta”, fue donde Santiago Lapuente escuchó a Domingo Martínez, apreciando en este cantador excepcionales cualidades para llegar a ser un gran jotero. Tanto le convenció a Lapuente que al poco tiempo lo requirió para que interviniese en un festival en el Frontón Zaragozano, y, tras esta actuación que fue un éxito, el maestro lo llevó con él a Barcelona.

CARRERA TRIUNFAL.
A partir de aquí, Domingo Martínez se hizo profesional. Durante 25 años su vida jotera fue intensísima. Recorrió casi toda España (Aragón, Castilla, Galicia, Levante, Cataluña y Baleares). En el Teatro Tívoli de Barcelona cantó 33 días seguidos, formando pareja con Pilar Gascón, a la que acompañó dos años. Impresionó discos gramofónicos con “La Voz de su Amo” y con “Odeón”. Intervino en las películas “Agustina de Aragón” y “Nobleza Baturra”, y realizó una gran gira artística con el célebre guitarrista Patricio Bardú, discípulo del insigne Tárrega. La categoría de Domingo Martínez queda patentada, sobre todo, por el hecho de que se presentó a tres Certámenes Oficiales en Zaragoza, y en los tres, por unanimidad, obtuvo el Primer Premio (1917, 1921 y 1922).

©Archivo Heraldo de Aragón
DOS COPLAS ALUSIVAS.
Domingo Martínez hizo un viaje exprofeso desde Zaragoza a La Coruña para actuar en la bellísima capital gallega donde el gobernador civil estaba casado con una aragonesa. Llegó por la tarde. El empresario del espectáculo salió a recibirle a la estación para advertirle que aquella misma noche se haría un ensayo con la rondalla a fin de ir bien conjuntados al día siguiente. Domingo Martínez aceptó encantado, pero a condición de que acabada la prueba iría a rondar a la gobernadora. Como en el contrato no existía oposición a este deseo el empresario, después de alguna vacilación, no puso reparos a la irrevocable decisión del jotero. Y así, al filo de la medianoche sonó la rondalla ante el Gobierno Civil donde el gobernador y su esposa –apercibidos de antemano- pronto aparecieron en el balcón principal. Una sola copla cantó el baturro; una sencilla cuarteta que expresaba la delicadeza y el privilegio dedicado por un cantador, aragonés a su paisana:
De Zaragoza he venido
para cantar en Galicia
y antes de cantar a nadie
yo le canto a una mañica.
Un fuerte apretón de manos y unas lágrimas incontenibles fueron el pago de la gobernadora. Lágrimas que reflejaba –a un tiempo- emoción, alegría, agradecimiento, nostalgia de la recia baturra que vivía alejada de su patria chica…
En la Exposición de Barcelona, Domingo Martínez obsequió al general don Miguel Primo de Rivera con esta copla hija de la inventiva del inolvidable vate Alberto Casañal Shakery:
Si las mujeres pudieran
ascender a generalas…
¡habría una Dictadura
cada dos o tres semanas!
Ni que decir tiene que dos Miguel, gran entusiasta de la Jota de Aragón, aplaudió la magnífica intervención del jotero y celebró el tantas veces comprobado ingenio del poeta.

LOS CONTRINCANTES DE FLETA.
Sabido es que en el Certamen Oficial del año 1917 se presentó por primera y única vez el entonces mozo de labranza en una torre de Cogullada, Miguel Fleta. El neófito tenía que “luchar”, en desigual combate, nada menos que con cantadores de la categoría de Romualdo Arana “Sansón”, Jesús Monreal, Felipe Colmán, Lorenzo Tejedor, María Asensio y Domingo Martínez. La voz de Fleta ya era, en aquella época, precursora del gran tenor que años más tarde había de convertirse en divo de fama mundial. Pero por su improvisada escuela –unas pocas y precipitadas lecciones de Miguel Asso- y por su falta de experiencia y, tal vez, de picardía, no podía competir con quienes, aparte de poseer voces magníficas, contaban con otras cualidades propias de cantadores más “hechos”, más seguros, más veteranos. El resultado de este concurso es sobradamente conocido: primer premio, a Domingo Martínez; segundo premio, a Romualdo Arana; y dos terceros premios, a María Asensio y a Felipe Colmás. La carrera jotera de Fleta, allí quedó truncada. Pero este fracaso le condujo a la gloria artística.
El máximo contrincante fue Domingo Martínez. Fleta tuvo un hermoso rasgo de sinceridad, de nobleza baturra, cuando después del Certamen abrazó al jotero de Épila, felicitándole efusivamente, reconociendo el justo fallo del jurado y expresando su admiración por el galardonado. Y hoy, Domingo Martínez, a sus 73 años de edad, recuerda con emoción aquel episodio de la vida del tenor aragonés, diciendo con una mezcla de orgullo personal y de admiración hacia Fleta: “Yo triunfé cuando él fracasó; pero… ¡cuánto me alegro de haber contribuido al fracaso de un jotero si esto sirvió para llevarle a la cima de la fama por otro camino distinto al de la Jota!”

¡MALDITA RONQUERA!
Escuchando recientemente a Domingo Martínez pronto llamó mi atención la intensa afonía que padece. Al preguntarte que desde cuándo sufría esta afección, su contestación fue ésta: ¡Maldita ronquera!... Por ella, y nada más que por ella tuve que dejar de cantar hace ya muchos años. Si la garganta no me hubiese “fallao”, aún seguiría cantando porque por lo demás…, ni me fallaban los pulmones ni me fallaba la cabeza, ni me fallaba el estómago. ¡Con decirle que hubiera hecho bueno lo de aquella copla que cantaba siendo joven:
Cuando güelvo de la trilla
me como un pan y un pollico;
y pa postre…, cualquier cosa
dos perdices o un crabito.
Ya nos despedíamos con un fuerte apretón de manos, y el buen Domingo todavía me brindó esta copla que él cantaba hace medio siglo y que, a no dudar, reflejaba sus buenos sentimientos:
Tres cosas le pido a Dios:
un huerto, pa trebajar;
un corazón, pa querer;
y un guitarro pa rondar.

Demetrio GALÁN BERGUA

El próximo artículo va dedicado a una grandísima cantadora de Fuentes de Ebro y de quien se dice que murió cantando a consecuencia de su séptimo parto… ¿de quién hablamos?
Sergio Sanz Artús

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