¡Buenos días a tod@s!
Con este artículo, damos fin a los publicados
durante el año 1961. En total, 20 artículos que daban comienzo a una saga de
más de 100 y que iremos publicando poco a poco en nuestro blog.
El 31 de diciembre de 1961, D. Demetrio Galán
Bergua nos acercaba a la figura de Domingo Martínez, de Épila.
Domingo 31 de
diciembre de 1961
GALERIA DE LA JOTA
CANTADORES CÉLEBRES: DOMINGO MARTÍNEZ, DE ÉPILA
UN JOTERO
DE ÉPILA.
La villa de
Épila, como Tauste, Fuendejalón, Andorra, Albalate del Arzobispo, Nuez de Ebro,
Fuentes de Ebro, y otras localidades aragonesas, tiene notable historia jotera.
“El Tío Chindribú”, “El Carabinero”, Francisco Rodríguez “Redondo”, y Domingo
Martínez han formado un cuarteto digno de incluirse, sin reservas, en la Galería
de la Jota. Hoy vamos a ocuparnos del último de ellos: Domingo Martínez Gracia,
que nació en Épila el 11 de marzo de 1888. Hace pocos días tuve el placer de
saludarle y quedé encantado de charlar con él porque los tres cuartos de siglo
que está próximo a cumplir no le han alejado espiritualmente de la Jota a la
que tanto amó y tan brillantemente representó.
Domingo
Martínez no fue un cantador precoz dentro del profesionalismo, puesto que hasta
los 21 años de edad no se dio a conocer en Zaragoza. Pero sí que desde mozo
actuó en su pueblo como incansable rondador nocturno y acompañando a los
quintos en las emotivas jornadas de sorteos, despedidas y licenciamientos. Esta
bella estampa rural, tan típica en Aragón, fue vivida por él durante varios
años, ya que por gozar de una hermosa voz y conocer muchas tonadas, era
frecuentemente requerido por los mozos que entraban en la edad militar. Así,
entre noches de ronda y algazaras de la juventud, fue haciéndose cantador de
jota y afianzando su potente registro barítono-atenorado.
Domingo
Martínez posee una feliz memoria y, de buenas a primeras, al preguntarle yo por
las coplas de ronda de sus tiempos jóvenes, me espetó estas tres, entre las
muchas que recordó:
Todas las
noches del año
de ronda
voy a salir
pa ver si
le quito el sueño
a quien me
lo quita a mí.
Poco sale
mi guitarro,
cualquier
pequeño lo rompe,
pero el
hombre que lo rompa…
¡ya
necesita ser hombre!
Estoy
haciendo la lista
de los
novios que has tenido,
y voy en el
quinto pliego
del segundo
cuadernillo.
EN AQUELLA
ZARAGOZA.
Domingo
Martínez, cumplidos los 21 años, tuvo ocasión de actuar en una fiesta de Jota
que se dio en la pequeña Plaza de Toros que entonces existía en la “Quinta
Julieta”, encantador vergel a orilla del Canal Imperial, algo más arriba del
Cabezo Cortado. Era la época en que los zaragozanos acudíamos frecuentemente a
tal paraje haciendo el viaje en la góndola coquetona que partía de la playa de
Torrero y surcaba majestuosamente las barrosas aguas del Canal, lentamente
arrastrada por un cable del que tiraba una caballería. ¡Felices días aquellos
de las verbenas con música de organillos, ritmos de chotis y habanera, churros,
agua de anís, limón y escorzonera, sano regocijo y ambiente cordial entre
aromas de tomillo, mejorana y hierbabuena!
Allí, en la
“Quinta Julieta”, fue donde Santiago Lapuente escuchó a Domingo Martínez,
apreciando en este cantador excepcionales cualidades para llegar a ser un gran
jotero. Tanto le convenció a Lapuente que al poco tiempo lo requirió para que
interviniese en un festival en el Frontón Zaragozano, y, tras esta actuación
que fue un éxito, el maestro lo llevó con él a Barcelona.
CARRERA
TRIUNFAL.
A partir de
aquí, Domingo Martínez se hizo profesional. Durante 25 años su vida jotera fue
intensísima. Recorrió casi toda España (Aragón, Castilla, Galicia, Levante,
Cataluña y Baleares). En el Teatro Tívoli de Barcelona cantó 33 días seguidos,
formando pareja con Pilar Gascón, a la que acompañó dos años. Impresionó discos
gramofónicos con “La Voz de su Amo” y con “Odeón”. Intervino en las películas
“Agustina de Aragón” y “Nobleza Baturra”, y realizó una gran gira artística con
el célebre guitarrista Patricio Bardú, discípulo del insigne Tárrega. La
categoría de Domingo Martínez queda patentada, sobre todo, por el hecho de que
se presentó a tres Certámenes Oficiales en Zaragoza, y en los tres, por
unanimidad, obtuvo el Primer Premio (1917, 1921 y 1922).
©Archivo Heraldo de Aragón
DOS COPLAS
ALUSIVAS.
Domingo
Martínez hizo un viaje exprofeso desde Zaragoza a La Coruña para actuar en la
bellísima capital gallega donde el gobernador civil estaba casado con una
aragonesa. Llegó por la tarde. El empresario del espectáculo salió a recibirle
a la estación para advertirle que aquella misma noche se haría un ensayo con la
rondalla a fin de ir bien conjuntados al día siguiente. Domingo Martínez aceptó
encantado, pero a condición de que acabada la prueba iría a rondar a la
gobernadora. Como en el contrato no existía oposición a este deseo el
empresario, después de alguna vacilación, no puso reparos a la irrevocable
decisión del jotero. Y así, al filo de la medianoche sonó la rondalla ante el
Gobierno Civil donde el gobernador y su esposa –apercibidos de antemano- pronto
aparecieron en el balcón principal. Una sola copla cantó el baturro; una
sencilla cuarteta que expresaba la delicadeza y el privilegio dedicado por un
cantador, aragonés a su paisana:
De Zaragoza
he venido
para cantar
en Galicia
y antes de
cantar a nadie
yo le canto
a una mañica.
Un fuerte
apretón de manos y unas lágrimas incontenibles fueron el pago de la
gobernadora. Lágrimas que reflejaba –a un tiempo- emoción, alegría,
agradecimiento, nostalgia de la recia baturra que vivía alejada de su patria
chica…
En la
Exposición de Barcelona, Domingo Martínez obsequió al general don Miguel Primo
de Rivera con esta copla hija de la inventiva del inolvidable vate Alberto
Casañal Shakery:
Si las
mujeres pudieran
ascender a
generalas…
¡habría una
Dictadura
cada dos o
tres semanas!
Ni que
decir tiene que dos Miguel, gran entusiasta de la Jota de Aragón, aplaudió la
magnífica intervención del jotero y celebró el tantas veces comprobado ingenio
del poeta.
LOS
CONTRINCANTES DE FLETA.
Sabido es
que en el Certamen Oficial del año 1917 se presentó por primera y única vez el
entonces mozo de labranza en una torre de Cogullada, Miguel Fleta. El neófito
tenía que “luchar”, en desigual combate, nada menos que con cantadores de la
categoría de Romualdo Arana “Sansón”, Jesús Monreal, Felipe Colmán, Lorenzo
Tejedor, María Asensio y Domingo Martínez. La voz de Fleta ya era, en aquella
época, precursora del gran tenor que años más tarde había de convertirse en
divo de fama mundial. Pero por su improvisada escuela –unas pocas y
precipitadas lecciones de Miguel Asso- y por su falta de experiencia y, tal
vez, de picardía, no podía competir con quienes, aparte de poseer voces
magníficas, contaban con otras cualidades propias de cantadores más “hechos”,
más seguros, más veteranos. El resultado de este concurso es sobradamente
conocido: primer premio, a Domingo Martínez; segundo premio, a Romualdo Arana;
y dos terceros premios, a María Asensio y a Felipe Colmás. La carrera jotera de
Fleta, allí quedó truncada. Pero este fracaso le condujo a la gloria artística.
El máximo
contrincante fue Domingo Martínez. Fleta tuvo un hermoso rasgo de sinceridad,
de nobleza baturra, cuando después del Certamen abrazó al jotero de Épila,
felicitándole efusivamente, reconociendo el justo fallo del jurado y expresando
su admiración por el galardonado. Y hoy, Domingo Martínez, a sus 73 años de
edad, recuerda con emoción aquel episodio de la vida del tenor aragonés,
diciendo con una mezcla de orgullo personal y de admiración hacia Fleta: “Yo
triunfé cuando él fracasó; pero… ¡cuánto me alegro de haber contribuido al
fracaso de un jotero si esto sirvió para llevarle a la cima de la fama por otro
camino distinto al de la Jota!”
¡MALDITA
RONQUERA!
Escuchando
recientemente a Domingo Martínez pronto llamó mi atención la intensa afonía que
padece. Al preguntarte que desde cuándo sufría esta afección, su contestación
fue ésta: ¡Maldita ronquera!... Por ella, y nada más que por ella tuve que
dejar de cantar hace ya muchos años. Si la garganta no me hubiese “fallao”, aún
seguiría cantando porque por lo demás…, ni me fallaban los pulmones ni me
fallaba la cabeza, ni me fallaba el estómago. ¡Con decirle que hubiera hecho
bueno lo de aquella copla que cantaba siendo joven:
Cuando
güelvo de la trilla
me como un
pan y un pollico;
y pa postre…,
cualquier cosa
dos
perdices o un crabito.
Ya nos
despedíamos con un fuerte apretón de manos, y el buen Domingo todavía me brindó
esta copla que él cantaba hace medio siglo y que, a no dudar, reflejaba sus
buenos sentimientos:
Tres cosas
le pido a Dios:
un huerto,
pa trebajar;
un corazón,
pa querer;
y un
guitarro pa rondar.
Demetrio GALÁN BERGUA
El próximo
artículo va dedicado a una grandísima cantadora de Fuentes de Ebro y de quien
se dice que murió cantando a consecuencia de su séptimo parto… ¿de quién
hablamos?
Sergio Sanz
Artús
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