Buenos días a tod@s!
En esta publicación, que recogemos de los
artículos publicados por D. Demetrio
Galán Bergua en el Heraldo de Aragón, podremos disfrutar de un gran escrito
acerca de la vida de Romualdo Arana, “El
Sansón” de Zuera.
Presentamos así, el artículo publicado el 22 de octubre de 1961 y dedicado al “Sansón” de Zuera.
GALERIA DE LA JOTA
CANTADORES CELEBRES: ROMUALDO ARANA, “SANSON”, DE ZUERA.
ANTECEDENTES.
Este famoso
jotero nació en Calatayud el día 7 de febrero de 1871 y murió en Zuera el día
primero de julio de 1935, villa a la que se trasladó siendo niño. Era
descendiente de la familia vasca del Conde de Arana y estaba emparentado con
Lucrecia Arana, la gran tiple aragonesa que destacó como diva en el Teatro Lírico
Nacional, siendo de recordar sus inimitables interpretaciones de “El Huisar de
la Guardia”, “La Viejecita”, “Gigantes y Cabezudos” y otras joyas de nuestra
Zarzuela.
“Sansón”,
una vez en Zuera, ya a los seis años de edad, llamaba la atención por las
coplicas que cantaba, aprendidas de su padre, de su madre y de los mocicos
rondadores. Muy pronto se hizo popular en todos los pueblos cercanos a donde
era llevado en los días de los festejos patronales. El pequeño “Sansón” –así se
le llamaba- causaba la admiración de las gentes. Año tras año fue adquiriendo
más voz y mejor conocimiento de los estilos de Jota, y, hecho mozo, empezó a
destacar entre los joteros jóvenes. Más tarde, y después de haber obtenido
premios sucesivos en los Certámenes oficiales, en pleno apogeo de su carrera,
recorrió España y el extranjero, formando parte del cuadro de Miguel Asso
cuando éste pasó una larga temporada en París.
La voz de
“Sansón”, era potente, magnífica, de
tenor alto, y sus características, aparte de los limpios agudos que emitía con
sorprendente facilidad, fueron la “rasmia” con que cantaba y el sabor que
imprimía a las tonadas clásicas. Esto era de familia, ya que su padre, sin ser
profesional, cantó muy bien la Jota: su hija poseía una voz bellísima, y su
hijo, que murió a los 18 años, obtuvo el Primer Premio en el Certamen del
Teatro Principal en el año 1914.
APODO
HEREDADO
El apodo
“Sansón”, fue aplicado a un mocetón nacido en Embid de Ariza, que por su
estatura -muy superior a los dos metros- entraba en la categoría de gigante, y
por su complexión, enorme fuerza y gran desarrollo de sus musculatura, constituía
un caso asombroso, pocas veces visto. Este era el padre de Romualdo: atlético,
hercúleo, un nuevo Sansón capaz de emular al que, en supremo esfuerzo logró
derribar una columna del templo de Dagon, destruyéndose sus inmensas naves y
quedando sepultados miles de sus enemigos, los filisteos.
Muchos
episodios se cuentan del padre de Romualdo Arana. Entre ellos citaremos uno
solo para que podamos darnos cuenta aproximada del poder de sus músculos. A
“Sansón”, que acudía frecuentemente a las fiestas de los pueblos de la comarca,
en cierta ocasión le incitaron a que hiciese una magna demostración de su
fortaleza: algo más definitivo que lo acostumbrado en él. Alguien le dijo: “¿A
qué no te cargas a la espalda ese mulo que está atado a ese carro de la entrada
de la plaza?... “. Y “Sansón” picado en su amor propio se fue hacia el animal,
se lo echo a los hombros, atravesó la plaza Mayor cuajada de gente en fiestas,
penetró en el patio del Ayuntamiento, subió las escaleras y con el mulo a
cuestas se asomó al balcón principal de la Casa de la Villa. No contento con
esto, volvió a la plaza y, entre las aclamaciones y aplausos del admirado
vecindario, dejó el macho en su sitio, espetando a los retadores: “Y ahura, si
os apostáis algo güeno, me cargo a toas las bestias del lugar, incluyendo a
vusotros”. Excuso decir que nadie se dio por aludido ante semejante
indirecta-directa que les lanzaba el gigantón.
Este era
“Sansón” padre y ésta es la razón popular por la que su hijo Romualdo heredó el
apodo, aunque en él no se diesen idénticas cualidades de fuerza y estatura, al
bien no dejaba de ser un hombre muy fuerte de buena talla, recio y con
“agallas”.
©Archivo Heraldo de Aragón
LEÑADOR Y
JOTERO
“Sansón”,
hijo, nuestro cantador, era lo que se llama un leñador furtivo que se dedicaba
a hacer carbón en los montes de Zuera. Los guardas de monte y la Guardia Civil
perseguían mucho a esta clase de leñadores-carboneros. Un buen día, estaba
“Sansón” descansando de sus labores, echando cara al sol, en pleno monte,
desgranando coplas a todo pulmón, cuando se vio sorprendido por la pareja de
guardias que, al igual que las autoridades de Zuera, le habían amostrado más de
una vez. Los guardias se dirigieron a
él, y uno de ellos le dijo, con severidad premeditada: a por ti venimos,
“Sansón”. Romualdo se incorporó rápidamente, con una impaciente mirada delatora
de su sorpresa y de su pánico, y contestó tembloroso: “¿A por mí? … Güeno. ¿Y
qué queréis?”. El otro guardia añadió: “Te venimos a buscar para que cantes”.
El pobre “Sansón” se tragó el susto mayor de toda su vida, pues ya se vio
encerrado en la cárcel para una temporada. Casi tartamudeando, y con voz
suplicante expresó: “Yo no tengo nada que cantar, ¿Qué queréis, pues, que
cante?” Y, de nuevo, el mismo guardia, que desde el comienzo de la escena había
permanecido sonrisa en los labios, le contestó, echándole amigablemente la mano
al hombro: “El alcalde te busca para que cantes… Bueno: para que cantes la
Jota”. “Sansón” lanzando un hondo suspiro, recobró su habitual serenidad, y
acto seguido bajó la villa no sin que en el camino deleitase a los guardias con
una granizada de tonadas que más tarde habría de interpretar ante el público de
Zaragoza, en el festival para el que el alcalde de Zuera le había requerido.
“SANSÓN”,
EN AMERICA.
Romualdo
Arana tenía espíritu aventurero. Le encantaba viajar y llevar la Jota a todas
las partes. Ya hemos dicho que estuvo en París, permaneciendo allí una larga
temporada. Recorrió muchos pueblos de Aragón y las principales poblaciones
españolas. En Madrid estuvo varias veces, cantando ante los Reyes, la infanta
Isabel y destacadas figuras nacionales y extranjeras. Pero al cumplir los 33
años de edad decidió “pasar el charco”, y visitó varias repúblicas americanas,
siendo en Cuba donde fijó residencia, actuando nueve años como jotero
celebradísimo.
Los negros
de La Habana fueron sus más fervientes admiradores, asegurando “Sansón”, que
ellos, los negritos, han sido, a su juicio, los que, entre toda clase de
públicos, más entusiasmo han demostrado por la Jota. A tal punto llegaba su
satisfacción cuando ante ellos cantaba “Sansón”, que a diario le obsequiaban
con varios presentes del mejor trabajo en la isla. A este respecto, es
curiosísimo el hecho de que en cierta ocasión los negros llenaron todas las
localidades del teatro donde actuaba Romualdo. El jotero, ese día, se entregó
como nunca había hecho. Cantó sin interrupción casi medio centenar de tonadas,
y para final dedicó a los negritos esta copla improvisada:
Aquí está
“Sansón” de Zuera,
que ya se
siente cubano,
feliz entre
los negritos
que le
obsequian con habanos.
La ovación
fue imponente. Y en un instante el escenario se llenó de cigarros puros y
cajetillas de las mejores marcas, mientras cientos de bocas no cesaban de
exclamar enardecidas: “¡Sansón!... ¡Sansón!... ¡Sansón!...”
Lo cierto
es que mientras “Sansón” estuvo en Cuba no tuvo necesidad de comprar tabaco,
siendo como era un fumador empedernido, de los que encienden un cigarro tras
otro.
Demetrio GALAN BERGUA.
El próximo
artículo de D. Demetrio Galán Bergua va dirigido a una de las mejores voces
altoaragonesas femeninas y que decía lo siguiente de su maestro, Fidel Seral:
“A él, sin duda alguna, debo cuanto en la Jota he sido, pues supo con verdadera
maestría educar mi voz, modificándola adecuadamente, enseñándome los más
variados estilos y corrigiendo aquellos defectos que, de no haberlos eliminado
no habría llegado a ser galardonada”. ¿Quién se atreve a decir su nombre?
Sergio Sanz
Artús
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