Buenos días a tod@s!
Hoy presentamos la publicación que D. Demetrio Galán Bergua dedicó a una
de las mejores, por no decir la mejor, joteras altoaragonesas de toda la
historia de la jota, y cuya interpretación del estilo “Anda y dile al Santo
Cristo” se recuerda con muchísimo respeto.
Presentamos así, el artículo publicado el 29 de octubre de 1961 y dedicado a la
jotera Camila Gracia.
Domingo 29 de
octubre de 1961
GALERIA DE LA JOTA
CANTADORAS CELEBRES: CAMILA GRACIA.
MISAS, MOTETES Y AVEMARIAS
Camila
Gracia Salillas, nacida en Huesca, ya a los nueve años de edad empezó a cantar
en el coro de la iglesia del Convento de las Capuchinas. Su bonita voz había
llamado la atención de las monjas, y pronto figuró como solista en toda clase
de funciones religiosas que allí se celebraban. Tanta resonancia tuvieron sus
actuaciones en el convento que, al poco tiempo, se convirtió en la tiple
infantil imprescindible en la mayoría de las iglesias de Huesca, donde, año
tras año, cantó motetes, entonó las Avemarías del mes de mayo, y participó en
las misas más solemnes. Así, ensayando continuamente lo que debía interpretar
en las diversas capillas oscenses, pasaron los primeros años de su carrera
artística, observándose en Camila que su voz se hacía cada vez más potente y
hermosa. Pero la niña, convertida en moza no tardó en sentir, muy profundamente,
una naciente afición por la Jota. Era su alma aragonesa la que le empujaba por
nuevos derroteros, y al fin, sin dejar de recordar con inmenso cariño y
devoción su paso por el Convento y por las Capillas de Huesca, aprovechó la
primera ocasión que le brindara la casualidad para entregarse con el mayor
entusiasmo al canto regional.
EN LA
ESCUELA DE SERAL
Fue el gran maestro Fidel Seral de Huesca, quien
casualmente escuchó a Camila un día en el que la Jota brotaba sugestiva de su
excepcional garganta. A los 17 años, su voz había vencido la trascendental
mutación de la infancia a la pubertad transformándose definitivamente en plena
juventud, en una contralto de timbre perfecto. Así lo apreció Seral, y así
comenzó a pulir el diamante en bruto que habría de convertirse en maravilloso
brillante. El maestro, a los pocos años de tenerla en su Escuela, la consideró
como discípula predilecta, y hasta su fallecimiento, en 1954, se sintió
satisfecho y orgulloso de la alumna y de la jotera. Camila Gracia,
correspondiendo sinceramente a los aciertos y a los desvelos del profesor
jotista, siempre, también, le consideró como se merecía, hablando de él como se
merecía, hablando de él con cariño y admiración. Recientemente, recordando a
Seral, me decía emocionada: “A él, sin duda alguna, debo cuanto en la Jota he
sido, pues supo con verdadera maestría educar mi voz, modificándola
adecuadamente, enseñándome los más variados estilos y corrigiendo aquellos
defectos que, de no haberlos eliminado no habría llegado a ser galardonada”.
©Archivo Heraldo de Aragón
CARRERA
TRIUNFAL.
En cuanto
Fidel Seral lo consideró oportuno,
Camila entró definitivamente en el profesionalismo. Se presentó a cuantos
concursos se anunciaban en Huesca, y tomó parte en todos los actos donde la
Jota palpitaba.
En 1929, al
revelarse Gregoria Ciprés, otra de las más apreciadas discípulas en Seral, de
la que también nos ocuparemos, Camila se unió a ella para en lazo artístico y
afectivo no separarse jamás. Las dos célebres joteras de Huesca se querían como
hermanas. Hoy, alejadas casi por completo de la Jota, vuelven a unirse con
frecuencia para recordar glorias y hechos pasados y sentir la nostalgia de
aquellos días felices de su juventud.
Camila
Gracia obtuvo muchos premios en Huesca, Madrid, Zaragoza y otras poblaciones.
Pero los más importantes, fueron los dos Primeros Premios logrados en
reñidísima lucha en los Certámenes
Oficiales en Zaragoza, en los años 1930-1932.
Camila
actúo siempre como primera figura, siendo requerida por los mejores cuadros de
Jota de su época (Asso, Esteso, Zapata). Recorrió Aragón y muchas regiones
españolas y en una ocasión obtuvo en Francia un éxito rotundo, cuando después
de ser ovacionada por la interpretación de varias tonadas preciosas, dedicó al
público, a modo de despedida, una copla en francés que traducida al castellano,
venía decir poco más o menos:
Aunque en
Francia y en España
tienen un
hablar distinto,
si la
lengua no es igual,
el corazón
es el mismo.
Camila
Gracia había logrado cautivar a los franceses, y éstos se rindieron enardecidos
ante el arte jotero de la cantadora y la copla que en forma tan bella y tan
sencilla expresaba el sentir de los españoles.
UN
OFRECIMIENTO DE FLETA.
En el año
1931, Camila estuvo durante un mes actuando con gran éxito en el Teatro Price,
de Madrid. Un día, Miguel Fleta la oyó cantar y quedó entusiasmado de su voz.
Al final del espectáculo, el divo aragonés fue a saludar a la cantadora
oscense, diciéndole, después de felicitarla efusivamente: “Mira, mañica: voces
como la tuya solo salen cada veinte años. Yo puedo y deseo lanzarte al Teatro
Lírico. Vuelve a Hueca, piénsalo bien, y dime algo”. Pasó el tiempo y Camila ni
se decidió a cambiar de vida, ni se atrevió a contestar a Fleta. Pero éste, en
1933, fue a Huesca, llamó a la jotera y volvió a insistir: “Tu voz de contralto
es magnífica, como lo es la de Gregoria Ciprés, una promesa mezzo-soprano.
Venid a Madrid. La ópera os espera, y yo también para ayudaros”. Sin dudarlo,
las dos entrañables amigas pensaron lo mismo: “Seguiremos con la Jota, que es
lo nuestro”. La Jota había triunfado.
FINAL.
La última
etapa de la carrera de Camila ha sido como Profesora de canto en los cuadros de
“San Lorenzo” de Huesca y de la “Peña de Amigos de la Jota”, de Madrid. En
ambas actividades ha realizado una enorme labor, como resultados francamente
positivos. En la actualidad, aunque conserva muy bien la voz sólo actúa en los
festivales benéficos. Hace pocos días tuve ocasión de hablar con ella durante
varias horas, y tras contarme interesantísimos pasajes de su vida y graciosas
anécdotas acabó por decirme: “Yo pude seguir el camino que inicié en el
Convento de las Capuchinas y en las iglesias de Huesca, poniéndome en manos de
un profesor de canto: pude aceptar el generoso ofrecimiento de Miguel Fleta
para dedicarme a la ópera. Pero en las dos ocasiones, la jota ya se había
adueñado de mí, colmando mis aspiraciones. No me arrepiento. Con la Jota he
sido muy feliz. Tan feliz como lo fui siendo madre y hoy lo soy siendo abuela”.
Cuando llegó a este punto calló Camila, a la vez que sus ojos se entornaban como
si ella quisiera concentrarse en un éxtasis de recuerdos de amor, de
incomparable felicidad…
Yo respeté
el prologando silencio de la gran jotera y ejemplar mujer y, convencido pensé
para mis adentros: ¡Los hijos!... ¡Los nietos!... ¡La jota!
Demetrio GALAN BERGUA.
En la
próxima publicación hablaremos de un cantador de jotas, muy poco conocido por
su nombre de pila, pero que seguramente reconoceremos por su apodo… ¿Sabéis
decirme quien era Fermín Arrudí Urieta?
Sergio Sanz
Artús
No hay comentarios:
Publicar un comentario