¡Buenos días a tod@s!
Tras leer un artículo de una alumna de
nuestra escuela (Consuelo García Anadón) en el que pedía al Heraldo de Aragón
que se recuperara un espacio permanente para la jota y el folklore de nuestra
tierra, retomamos nuestra sección “El Heraldo de la Jota” con la recuperación
de los artículos que el gran Demetrio Galán Bergua escribió en este mismo
periódico y que, amablemente, fueron cedidos a nuestro Grupo para su difusión y
digitalización.
Recomenzamos con el artículo publicado el 10
de diciembre de 1961 dedicado a Mariano Malandía, “El tuerto de las Tenerías”.
Domingo 10 de
diciembre de 1961
GALERIA DE LA JOTA
CANTADORES CELEBRES: MARIANO MALANDIA, “EL TUERTO DE LAS TENERIAS”
POR UNA
CHINICA…
El día 26
de marzo de 1947, en el número 10 de la calle de Cereros, parroquia de San
Pablo, vino al mundo un niño que pronto quedo huérfano, yendo a vivir con unos
tíos suyos que eran labradores. Cuando acababa de cumplir los ocho años de
edad, un mal día, entretenido en el campo donde entrecavaban patatas, se sintió
bracero agrícola, y, con la azada, comenzó a remover la tierra con tan mala
fortuna que una china – “maldita chinica”, nos decía él, cuando llegó a ser
hombre- se le incrustó en el ojo izquierdo el cual, gravemente lesionado, hubo
de ser vaciado. El niño, llamado Mariano Malandía, quedó tuerto sin que, de
momento, tal defecto sirviera para motejarlo popularmente.
Pasaron los
años, el niño se hizo mozo, y una vehemente afición nació en su vida. La Jota
que escuchara a los campesinos y a otros mozos amigos fue asimilada
paulatinamente y, sin más maestros llegó a cuajarse en Zaragoza, donde los
rondadores y femateros le brindaron ocasiones de conocer y aprender los más
puros estilos de aquella época. Dedicado al oficio de tejedor en el barrio de
las Tenerías, y trabajando en los telares de Escudero y de Palomar, comenzó a
popularizarse como jotero aficionado, coincidiendo con el apogeo del “Royo del
Rabal”, inició sus prodigas actuaciones ante el público, que definitivamente lo
iba consagrando y nombrándole ya, para siempre, con el famoso apodo de “El
Tuerto de las Tenerías”.
EL “TUERTO”
Y EL “ROYO”.
Allá por el
año 1875, entre los vecinos del Rabal y de las Tenerías se desencadeno una
pugna afectiva que alcanzó caracteres de verdadera lucha de masas, plena de
vehemencias, aunque jamás llegase a mayores violencias que el desenfreno de los
sentimientos opuestos traducidos por frases, diálogos y comentarios más o menos
exaltados. Cada bando defendía a su héroe. Aquellos al rabalero Pedro Nadal, el
“Royo”. Estos, a Mariano Malandía, el “Tejedor” del barrio. Ambos, casi de la
misma edad, y célebres cantadores de la misma época. Sin ellos pretenderlo se
estableció una competencia criada por sus respectivos convecinos. Los dos
joteros iban a “lo suyo” a cantar. Los barrios fueron los encargados de
encender la hoguera en la que podemos asegurar que ninguno de los dos ídolos se
quemaron. Y surgieron las copas de “picadillo”, ajenas a su voluntad. Los del
Rabal concibieron ésta, entre otras:
El mejor
cantor de Jota
es el “Royo
del Rabal”
el “Tuerto
las Tenerías”
nunca lo
podrá igualar.
Y los del
barrio de la “Malena” contestaron con ésta:
No hace
falta ir al Rabal
para oír
cantar la Jota,
que aquí
tenemos al “Tuerto”
que más que el “Royo” la borda.
Coplas poco
selectas en el aspecto literario, que se popularizaron a raíz la pretendida
competencia entre los dos joteros. Y digo pretendida y no real, porque en boca
del “Tuerto” escuchamos más de una vez la falsedad de esa competencia personal.
Hubo, si, lo que es inevitable cuando dos figuras del arte coinciden en
circunstancias de pasión popular a favor de una u otra. Es la falsa competencia
que existió entre Joselito y Belmonte o la que se forjó en nuestra ciudad entre
Ballesteros y Herrerin. Es la que muchos españoles trataron de establecer entre
Sazi Barna y Marcos Redondo en los años que ambos grandes barítonos llegaron a
coincidir en la plenitud de sus asombrosas facultades. Lo que ocurrió hace
muchísimos años con canzonetistas de la categoría de la Fornarina y Raquel
Meller, y, lo que recientemente se ha observado cuando parte del público se
inclina más al lado de una estrella del folklore o de la canción española,
llámese Conchita Piquer, Lola Flores, Antoñita Moreno o Juanita Reina. Es, en
fin, lo que acontece en las más variadas facetas del arte cuando dos grandes
figuras han de verse envueltas en los efectos, a veces alocados del clamor de
las masas apasionadas. Y esto es lo que ocurrió con los dos grandes cantadores
zaragozanos, que coincidieron en plena época del florecimiento de la Jota que
sugestionaron a los de un lado y otro del libro, y que crearon un ambiente
pasional que invitaba a la competencia sin freno, pero que el “Tuerto” y el
“Royo” no pasaron de llevarla a la práctica en una forma discreta que bien
podemos llamar noble y honrada y, desde luego, acomodaticia.
Detalle
significativo es que el “Tuerto” y el “Royo” saltan juntos, frecuentemente,
juntos iban a rondar, y siempre se les vio en franca camaradería. Asimismo es
de recordar el hecho comprobado de que cuando el “Royo” salió indultado del
penal de Santoña, fue el “Tuerto” el que le llevó el petate hasta su casa. Y
dato demostrativo de la sincera amistad entre ambos es que es un festival de la
Jota celebrado en la Plaza de Toros, por primera y única vez el “Tuerto” le
pisó el terreno al “Royo”. Tan bien quedo el de las Tenerías, que para él
fueron las mayores ovaciones. El del Rabal, en un gesto admirable y
aleccionador, reconoció el triunfo de su compañero, aplaudiéndole y felicitándole
efusivamente. Lo cierto es que el “Tuerto” fue uno de los primeros cantadores
de Jota que se hicieron célebres; y el hecho de que destacase en el apogeo del
mejor cantador del siglo XIX, ya es prueba indudable de su gran valía.
©Archivo Heraldo de Aragón
DATOS
HISTORICOS.
Los cuatro
estilos predilectos del “Tuerto de Tenerías” fueron la “fiera”, la
“fanfarrona”, la “rabalera” y la “fematera”. Con estos estilos alcanzó sus
mayores éxitos y con ellos triunfó en Zaragoza, y en la Corte, donde estuvo
varias veces. Allí, en Madrid, en el año 1878, cantó ante Alfonso XII, cuando
ese monarca se casó por primera vez. Una de las coplas dedicadas al Rey decía
así:
Quieren hoy
más cambio
a su Rey
los españoles,
pues por
amor se ha casado
como se
casan los pobres.
Esta copla,
que también se le atribuye a otra actuación del “Royo del Rabal”, constituye
una manifestación clara y terminante del sentimiento popular. Según nos contó
el “Tuerto” a la reina Mercedes le hizo mucha gracia, y al Rey les animó a reír
francamente. No olvidemos que Cánovas del Castillo fue opuesto al casamiento no
diplomático de Alfonso XII con su prima.
El “Tuerto”
también canto a Martínez Campos, Frascuelo, Lagartijo, reina Cristina, marqués
de Ayerbe (en su gran palacio de la calle que daban a la ribera del Ebro),
maestro Bretón, tenor Berges y a tantos y tantos forasteros y personalidades
que visitaban Zaragoza en aquellos felices años en que las rondas de cantadores
y tañedores recorrían frecuentemente la ciudad, llevando la alegría y la
emoción al corazón de los zaragozanos. Y, también, a las mozas del Rabal,
Tenerías y parroquia del Gancho.
Una vez
cantó ante los condes de Bureta. Alguien le dictó la siguiente copla que fue
celebradísima:
La condesa
de Bureta
dijo cuando
se murió;
no he visto
hombre más valiente
que el
general Palafox.
CUATRO
GRANDES AMORES
Su nieta,
el requinto, la Jota y la Virgen del Pilar, constituyeron los cuatro grandes
amores de el “Tuerto de las Tenerías” en los últimos lustros de su vida. Aunque
dejó de cantar cuando sus muchos años y su ya quebrada voz se lo impedían,
todavía se aferró a la Jota aprovechando su gran destreza en el manejo del
requinto. Ello le sirvió para formar parte de la magnífica rondalla del
inolvidable maestro Orós, que llegó a conjuntar admirablemente a cierto catorce
ejecutantes. Allí, con el típico, diminuto e interesante instrumento que da
carácter a las rondas y sonoridad peculiar a las rondallas fue acaban su
existencia que no quiso fuese celosa y eligió lo que más le iba a su
temperamento: el rasgueo habilidoso del guitarrico, que le trasladaba al
ambiente jotero que más lo sugestionaba, aparte del canto al que dedicó sus
mayores afanes. Así, a los 88 años de edad, aun gozaba acariciando su requinto
que manejó, hasta poco antes de fallecer, con la gracia, y soltura de su
juventud.
Mariano
Malandía fue un ferviente devoto de la Virgen del Pilar, a la que rezaba a
diario en compañía de su nieta que le mimaba y cuidaba con cariño sin igual.
Casi ciego y afecto de una sordera progresiva, conservó hasta última hora su
carácter abierto, decidor, encontrando en su nieta – que se desvivía por él- el
mejor de los consuelos. Falleció el 8 de abril de 1935 y, con su muerte puede
decirse que terminó el periodo romántico de la Jota en Aragón.
El “Tuerto
de las Tenerías” en los instantes preagónicos rezó a la Virgen querida y dedicó
un recuerdo a la Jota amada musitando algunos fragmentos en la Jota de los
Sitios. Y como era bueno y merecía el Cielo a la Gloria subiría su alma
acompañada del suave murmullo de la Jota Aragonesa y con la protección de la
Virgen del Pilar.
Demetrio GALAN BERGUA.
En la
próxima entrega, Galán Bergua nos acerca
a la figura de un grandísimo referente para nuestra jota y del que el escultor
aragonés Ángel Bayod esculpió un bonito busto. ¿Sabéis a quién nos referimos?
Sergio Sanz
Artús
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