lunes, 28 de febrero de 2011

El Tiempo y Clima en la Jota Aragonesa

Hola a tod@s!

Alfonso Ascaso, meteorólogo que dirigió en Zaragoza el Centro Meteorológico del Ebro, redactó una monografía climatológica única en su género, con un contenido meteorológico popular y folclórico, en el que no aparecen mapas, ni gráficos, ni apenas datos.
Ésta publicación es titulada EL TIEMPO Y CLIMA EN LA JOTA ARAGONESA, y fue publicada en 1983 a través de la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja dentro de la Serie Papeles Diversos.

Aquí os dejo con un fragmento de dicha publicación, y si os interesa, podéis escribirme que os mandaré más sobre este estudio.

Espero que os guste!


[…]

El aragonés está acostumbrado a la sequedad del clima en el que vive, pero por ello no pierde el sentido del humor. ¿Que tiene que llover?, pues que llueva, aunque sean “carruchos”, como dicen en la zona de Remolinos, cuando lo único que cae es un “sol de justicia”, en un espléndido, soleado y caluroso día de verano y si no, como en aquella copla de ronda:

Esta noche ha de llover
esté raso o esté nublo:
han de llover muchos palos
en las costillas de alguno.


Algún socarrón, en alguna de las muchas otoñadas secas, debió cantar aquella copla:

Al empezar el Diluvio
todos estaban alegres,
diciéndose unos a otros:
¡qué buen año va a ser éste!


Es cierto que, en ocasiones, las precipitaciones suelen ser importantes, registrándose cantidades destacables. Por citar un ejemplo, aquellos 122 mm. Caídos en Zaragoza el 10 de julio de 1923. Suelen ser situaciones de borrasca fría en altura, capaces de saciar, con creces, los campo sedientos:

Unas veces me quiés mucho
y otras me paice que nada,
y el campo quié temporal
mejor que agua de tronada.


Temporales como los que suelen presentarse en primavera, cuando las bajas presiones descienden hasta nuestras latitudes y al pasar del Atlántico al Mediterráneo voltean aire húmedo aguas arriba del Ebro, regando nuestros campos con la lluvia benéfica que el labrador suele agradecer al Todopoderoso:

Si en abril llueve bastante,
las aguas no son dañinas,
que las manda el Creador
para que salga la espiga.


Las precipitaciones en la época estival son escasas y cuando se presentan son fundamentalmente de carácter tormentoso. Tanto Huesca como Zaragoza son de las provincias que, al cabo del año, suelen registrar mayor número de días de tormenta, con 133 y 127 respectivamente, y Teruel, con 117 días de media anual. Se presentan en el período junio-septiembre alrededor del 75 % de las jornadas.
El aire estancado y recalentado en la depresión central del Ebro asciende formando grandes cumulonimbos, si las condiciones meteorológicas en altura son propicias para la inestabilidad. En diversas ocasiones, esta actividad tormentosa origina grandes estragos en las cosechas, si se presenta la precipitación en forma de granizo y más aún si este es pedrisco. El hombre del campo lo sabe y así lo cantó J. Bañolas:

Pide a Dios que no te pesque
una tronada en el campo,
una mujer sin gobierno
y un amigo sin tabaco.


Existe un fenómeno curioso, raro, no tanto en las zonas montañosas, consistente en el hecho de que con un cielo despejado, por enfriamiento del aire próximo al suelo, se produce una brusca condensación del agua de la atmósfera y su inmediata precipitación en forma de lluvia. Pues bien, hasta de este fenómeno se hace referencia en el primer verso de una jota, lo cual nos sorprendió y nos demostró el valor de la observación del hombre del campo:

Yo he visto llover en raso
y de raso hacerse nublo,
y perderse un buen querer
cuando estaba más seguro.


[…]

El labrador siempre tiene una u otra preocupación referente al tiempo y, cuando el año es bueno, raro es que le falte otro motivo, como refleja Cándido Loscertales en la siguiente copla:

De cinco años de casado,
dos, tronadas y pedrisco,
dos, con una gran sequía,
y ahora, se ha muerto el borrico.


Si la precipitación es prolijamente tratada por el jotero, no sucede lo mismo con las temperaturas. No obstante, existe una copla que refleja claramente el régimen termométrico, al menos en la zona central aragonesa:

Dicen que hay cuatro estaciones
yo digo que sólo hay dos:
si no estoy contigo, frío,
si estoy contigo, calor.


El autor de la jota, Alberto Casañal, buen conocedor del clima zaragozano, sabía perfectamente que tanto la primavera como el otoño son estaciones de transición tan cortas que prácticamente se pasa del invierno al verano y de éste a aquél sin apenas disfrutar de estas estaciones intermedias.

[…]



Sergio Sanz Artús

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