jueves, 21 de febrero de 2019

MARIANO MALANDÍA


¡Buenos días a tod@s!
Tras leer un artículo de una alumna de nuestra escuela (Consuelo García Anadón) en el que pedía al Heraldo de Aragón que se recuperara un espacio permanente para la jota y el folklore de nuestra tierra, retomamos nuestra sección “El Heraldo de la Jota” con la recuperación de los artículos que el gran Demetrio Galán Bergua escribió en este mismo periódico y que, amablemente, fueron cedidos a nuestro Grupo para su difusión y digitalización.
Recomenzamos con el artículo publicado el 10 de diciembre de 1961 dedicado a Mariano Malandía, “El tuerto de las Tenerías”.

Domingo 10 de diciembre de 1961

GALERIA DE LA JOTA
CANTADORES CELEBRES: MARIANO MALANDIA, “EL TUERTO DE LAS TENERIAS”

POR UNA CHINICA…
El día 26 de marzo de 1947, en el número 10 de la calle de Cereros, parroquia de San Pablo, vino al mundo un niño que pronto quedo huérfano, yendo a vivir con unos tíos suyos que eran labradores. Cuando acababa de cumplir los ocho años de edad, un mal día, entretenido en el campo donde entrecavaban patatas, se sintió bracero agrícola, y, con la azada, comenzó a remover la tierra con tan mala fortuna que una china – “maldita chinica”, nos decía él, cuando llegó a ser hombre- se le incrustó en el ojo izquierdo el cual, gravemente lesionado, hubo de ser vaciado. El niño, llamado Mariano Malandía, quedó tuerto sin que, de momento, tal defecto sirviera para motejarlo popularmente.
Pasaron los años, el niño se hizo mozo, y una vehemente afición nació en su vida. La Jota que escuchara a los campesinos y a otros mozos amigos fue asimilada paulatinamente y, sin más maestros llegó a cuajarse en Zaragoza, donde los rondadores y femateros le brindaron ocasiones de conocer y aprender los más puros estilos de aquella época. Dedicado al oficio de tejedor en el barrio de las Tenerías, y trabajando en los telares de Escudero y de Palomar, comenzó a popularizarse como jotero aficionado, coincidiendo con el apogeo del “Royo del Rabal”, inició sus prodigas actuaciones ante el público, que definitivamente lo iba consagrando y nombrándole ya, para siempre, con el famoso apodo de “El Tuerto de las Tenerías”.

EL “TUERTO” Y EL “ROYO”.
Allá por el año 1875, entre los vecinos del Rabal y de las Tenerías se desencadeno una pugna afectiva que alcanzó caracteres de verdadera lucha de masas, plena de vehemencias, aunque jamás llegase a mayores violencias que el desenfreno de los sentimientos opuestos traducidos por frases, diálogos y comentarios más o menos exaltados. Cada bando defendía a su héroe. Aquellos al rabalero Pedro Nadal, el “Royo”. Estos, a Mariano Malandía, el “Tejedor” del barrio. Ambos, casi de la misma edad, y célebres cantadores de la misma época. Sin ellos pretenderlo se estableció una competencia criada por sus respectivos convecinos. Los dos joteros iban a “lo suyo” a cantar. Los barrios fueron los encargados de encender la hoguera en la que podemos asegurar que ninguno de los dos ídolos se quemaron. Y surgieron las copas de “picadillo”, ajenas a su voluntad. Los del Rabal concibieron ésta, entre otras:
El mejor cantor de Jota
es el “Royo del Rabal”
el “Tuerto las Tenerías”
nunca lo podrá igualar.
Y los del barrio de la “Malena” contestaron con ésta:
No hace falta ir al Rabal
para oír cantar la Jota,
que aquí tenemos al “Tuerto”
que  más que el “Royo” la borda.
Coplas poco selectas en el aspecto literario, que se popularizaron a raíz la pretendida competencia entre los dos joteros. Y digo pretendida y no real, porque en boca del “Tuerto” escuchamos más de una vez la falsedad de esa competencia personal. Hubo, si, lo que es inevitable cuando dos figuras del arte coinciden en circunstancias de pasión popular a favor de una u otra. Es la falsa competencia que existió entre Joselito y Belmonte o la que se forjó en nuestra ciudad entre Ballesteros y Herrerin. Es la que muchos españoles trataron de establecer entre Sazi Barna y Marcos Redondo en los años que ambos grandes barítonos llegaron a coincidir en la plenitud de sus asombrosas facultades. Lo que ocurrió hace muchísimos años con canzonetistas de la categoría de la Fornarina y Raquel Meller, y, lo que recientemente se ha observado cuando parte del público se inclina más al lado de una estrella del folklore o de la canción española, llámese Conchita Piquer, Lola Flores, Antoñita Moreno o Juanita Reina. Es, en fin, lo que acontece en las más variadas facetas del arte cuando dos grandes figuras han de verse envueltas en los efectos, a veces alocados del clamor de las masas apasionadas. Y esto es lo que ocurrió con los dos grandes cantadores zaragozanos, que coincidieron en plena época del florecimiento de la Jota que sugestionaron a los de un lado y otro del libro, y que crearon un ambiente pasional que invitaba a la competencia sin freno, pero que el “Tuerto” y el “Royo” no pasaron de llevarla a la práctica en una forma discreta que bien podemos llamar noble y honrada y, desde luego, acomodaticia.
Detalle significativo es que el “Tuerto” y el “Royo” saltan juntos, frecuentemente, juntos iban a rondar, y siempre se les vio en franca camaradería. Asimismo es de recordar el hecho comprobado de que cuando el “Royo” salió indultado del penal de Santoña, fue el “Tuerto” el que le llevó el petate hasta su casa. Y dato demostrativo de la sincera amistad entre ambos es que es un festival de la Jota celebrado en la Plaza de Toros, por primera y única vez el “Tuerto” le pisó el terreno al “Royo”. Tan bien quedo el de las Tenerías, que para él fueron las mayores ovaciones. El del Rabal, en un gesto admirable y aleccionador, reconoció el triunfo de su compañero, aplaudiéndole y felicitándole efusivamente. Lo cierto es que el “Tuerto” fue uno de los primeros cantadores de Jota que se hicieron célebres; y el hecho de que destacase en el apogeo del mejor cantador del siglo XIX, ya es prueba indudable de su gran valía.

©Archivo Heraldo de Aragón

DATOS HISTORICOS.
Los cuatro estilos predilectos del “Tuerto de Tenerías” fueron la “fiera”, la “fanfarrona”, la “rabalera” y la “fematera”. Con estos estilos alcanzó sus mayores éxitos y con ellos triunfó en Zaragoza, y en la Corte, donde estuvo varias veces. Allí, en Madrid, en el año 1878, cantó ante Alfonso XII, cuando ese monarca se casó por primera vez. Una de las coplas dedicadas al Rey decía así:
Quieren hoy más cambio
a su Rey los españoles,
pues por amor se ha casado
como se casan los pobres.
Esta copla, que también se le atribuye a otra actuación del “Royo del Rabal”, constituye una manifestación clara y terminante del sentimiento popular. Según nos contó el “Tuerto” a la reina Mercedes le hizo mucha gracia, y al Rey les animó a reír francamente. No olvidemos que Cánovas del Castillo fue opuesto al casamiento no diplomático de Alfonso XII con su prima.
El “Tuerto” también canto a Martínez Campos, Frascuelo, Lagartijo, reina Cristina, marqués de Ayerbe (en su gran palacio de la calle que daban a la ribera del Ebro), maestro Bretón, tenor Berges y a tantos y tantos forasteros y personalidades que visitaban Zaragoza en aquellos felices años en que las rondas de cantadores y tañedores recorrían frecuentemente la ciudad, llevando la alegría y la emoción al corazón de los zaragozanos. Y, también, a las mozas del Rabal, Tenerías y parroquia del Gancho.
Una vez cantó ante los condes de Bureta. Alguien le dictó la siguiente copla que fue celebradísima:
La condesa de Bureta
dijo cuando se murió;
no he visto hombre más valiente
que el general Palafox.
CUATRO GRANDES AMORES
Su nieta, el requinto, la Jota y la Virgen del Pilar, constituyeron los cuatro grandes amores de el “Tuerto de las Tenerías” en los últimos lustros de su vida. Aunque dejó de cantar cuando sus muchos años y su ya quebrada voz se lo impedían, todavía se aferró a la Jota aprovechando su gran destreza en el manejo del requinto. Ello le sirvió para formar parte de la magnífica rondalla del inolvidable maestro Orós, que llegó a conjuntar admirablemente a cierto catorce ejecutantes. Allí, con el típico, diminuto e interesante instrumento que da carácter a las rondas y sonoridad peculiar a las rondallas fue acaban su existencia que no quiso fuese celosa y eligió lo que más le iba a su temperamento: el rasgueo habilidoso del guitarrico, que le trasladaba al ambiente jotero que más lo sugestionaba, aparte del canto al que dedicó sus mayores afanes. Así, a los 88 años de edad, aun gozaba acariciando su requinto que manejó, hasta poco antes de fallecer, con la gracia, y soltura de su juventud.
Mariano Malandía fue un ferviente devoto de la Virgen del Pilar, a la que rezaba a diario en compañía de su nieta que le mimaba y cuidaba con cariño sin igual. Casi ciego y afecto de una sordera progresiva, conservó hasta última hora su carácter abierto, decidor, encontrando en su nieta – que se desvivía por él- el mejor de los consuelos. Falleció el 8 de abril de 1935 y, con su muerte puede decirse que terminó el periodo romántico de la Jota en Aragón.
El “Tuerto de las Tenerías” en los instantes preagónicos rezó a la Virgen querida y dedicó un recuerdo a la Jota amada musitando algunos fragmentos en la Jota de los Sitios. Y como era bueno y merecía el Cielo a la Gloria subiría su alma acompañada del suave murmullo de la Jota Aragonesa y con la protección de la Virgen del Pilar.

Demetrio GALAN BERGUA.

En la próxima entrega, Galán  Bergua nos acerca a la figura de un grandísimo referente para nuestra jota y del que el escultor aragonés Ángel Bayod esculpió un bonito busto. ¿Sabéis a quién nos referimos?
Sergio Sanz Artús

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