martes, 16 de abril de 2013

PASCUALA PERIÉ


Buenos días a tod@s!

Esta semana os hacemos entrega del artículo dedicado a una de las grandes de nuestra jota y cuya entrevista fue publicada el Domingo 3 de Septiembre de 1961.

 

CANTADORES CÉLEBRES: PASCUALA PERIE

 

PUEBLO DE JOTEROS

El pueblo de Nuez, a las orillas del Ebro tiene una destacada historia jotera, Juan Antonio, Manuel y Gerardo Gracia, con Dionisio Labasa, ya formaron un cuarteto admirable, aparte de los ascendientes de éstos, que fueron iniciadores y propulsores del canto de la Jota en aquella comarca. Pero a Nuez de Ebro le faltaba una jotera que viniese a completar y a realizar el rico plantel de cantadores allí nacidos. La niña que a los doce años ya empezó a llamar la atención de los que en el pueblo escucharon sus primeros destellos de gran calidad de voz y precoz asimilación de las tonadas popularizadas, pronto se dieron cuenta de que Pascualica Perié poseía unas cualidades extraordinarias para llegar a ser, bien orientada, bien cuidada, una gran cantadora de la Jota. Por fortuna para ella, fácil le fue hallar en Nuez un maestro excepcional: su tío carnal, Juan Antonio Gracia, hermano de su madre. Y, lógicamente, nadie con más interés, con mayor afecto y más experiencia, que su tío, el maravilloso estilista, para sacar partido de las aptitudes de la niña, y, con método prudencia ponerla en el camino de la celebridad.

A partir de aquí, la niña fue haciéndose moza, y, merced a los consejos y enseñanzas de su tío, venció la peligrosa y crítica mutación de la pubertad llegando a ser mujer en condiciones excepcionales para triunfar. Cuando Pascuala Perié se trasladó a vivir a Zaragoza el pueblo de Nuez de Ebro contaba ya en su historial con una gran promesa que muy pronto sería hermosa realidad.

 

LO QUE FUE PASCULA PERIE

No es cosa de repetir lo que todos los aragoneses conocen. Los sucesivos triunfos de  Pascuala, los premios y galardones logrados en diferentes concursos, las resonantes giras por España y el extranjero causando la admiración de toda clase de públicos, su brillante carrera, en fin. Pero sí quiero expresar este juicio mío fundamentado en lo que yo llamo proceso personalísimo; Pascuala Perié fue espontánea, primero; encauzada, después; lograda, más tarde; estilizada, cuando se lo propuso, maestra popular, y profesora oficial, últimamente.  Y, sobre todo, Pascuala Perié, en la Jota, fue siempre pura, legítima, auténtica, inconfundible.

Para mí, “La Perié”, o “La Pascuala”, que así, indistintamente la nombraban los compañeros y admiradores, fue un modelo ejemplar de cantadoras de Jota. Su vocación, su constancia, su afán de superarse, su entrega al canto regional, virtudes esenciales en todo perfecto y digno cantador, unido esto, en ella, a la bella expresión de las melodías, a la limpia dicción y vocalización, a su voz convenientemente educada, y al respeto a la pureza de los estilos, la llevaron a adquirir una recia personalidad, convirtiéndola en figura indiscutible de la Jota. Ella fue, en la época de su apogeo, que duró hasta su muerte la jotera imprescindible, la obligada, la más representativa.

 

LA “BIEN PLANTADA”

Entre las muchas y admirables características joteras de Pascuala Perié, hay una que destaca en forma tal que bien podemos denominar “suya”, peculiarísima, ejemplar. Me refiero a su modo de presentarse, estar y salir de escena, y a la impecable propiedad con que vestía el traje regional: pañuelo, jubón, falda, delantal, medias blancas, zapato bajo, todo el traje típico de la zaragozana, lo lucía ella con una autenticidad digna de alabanza y de servir de ejemplo… No voy a censurar a nadie, porque la entrada a escena, así como la permanencia y la salida de ella, comprendo que muchas veces están ligadas a algo temperamental, personal, espontáneo, casi automático que distingue a unos artistas de otros. Son maneras de ser, naturales, habituales en el individuo, y, por tanto respetabilísimas y, hasta, a veces, atractivas. No así la “posse” estudiada, premeditada e incluso ensayada, delante del espejo, con “saltitos”, movimientos ondulantes o rotatorios del cuerpo al “plantarse” para cantar, posturas retadoras, gestos innecesarios y despedidas más  o menos graciosas que muy poco dicen a favor de quien todo o parte de ellos practica en sus intervenciones. Pascuala Perié fue la jotera que, sin cálculo meditado, llegaba, actuaba, saludaba, agradecía y se despedía con grata seriedad, con “aire” de reina, de “reina de baturra”, de reina y “maña” a la vez… Y también sonreía, con una sonrisa natural, que era “suya”, espontánea, habitual en ella cuando sentía una satisfacción de cualquier índole. Sonreía como jotera, del mismo modo que lo hacía como esposa feliz, o como madre amantísima. Y su posición ante el público era la corriente en su casa, o en la calle, o donde quiera se bailase. Bien plantada toda su vida, en todos los ambientes, en todas las circunstancias, no podía dejar de serlo en los escenarios de la Jota, así como lo era ante sus alumnos de la Escuela Municipal. Alguien podrá decirme que sólo con eso no se triunfa en la Jota. De acuerdo, pero es que la Perié era, además, una gran figura de maestro canto, una verdadera maestra del estilo, una admirable intérprete de las tonadas más clásicas, y, sobre todo, una ejemplar detractora de los vicios o defectos que desvirtúan la maravillosa belleza de nuestras melodías. Por lo tanto… miel sobre hojuelas.

 


©Archivo Heraldo de Aragón

 

LA “MAGALLONERA”

En la historia artística de Pascuala Perié hay un dato digno de recordarlo siempre. Digamos, ante todo, que la jotera de Nuez de Ebro era enemiga de toda clase mistificaciones, degeneraciones y caprichosas estilizaciones de la Jota cantada. Odiaba las “ventajillas”, las florituras, los largos calderones y toda clase de efectismos para la galería. Cantaba las tonadas con una sencillez incomparable. Pero una sola vez quiso dar respuesta a cierta absurda estilización que ranchos de los lectores recordarán. Me refiero a la lamentable versión que llegó al cine español con la película “Nobleza baturra”. Ella, Pascuala, ya conocía otras versiones similares, pero jamás pensó en hacerlas populares con su intervención. En realidad fue en tal película la primera vez que se escuchó la típica “olivera” de Magallón convertida en una canción (que quiso hacérsenos pasar por estilo de Jota) arbitraria, lánguida, artificiosa, caprichosa, acomodaticia. Pues bien: Pascuala Perié supo -ya con decisión de maestra- demostrar cómo una cantadora aragonesa podía, a modo de lección, dar a la metamorfosis inaceptable del estilo original una faceta sugestiva que sirvió para que la “magallonera” suya, hiciese olvidar la de la célebre artista encargada de interpretar lo que ni a ella “le iba”, ni a la película le hacía falta alguna. De este modo, Pascuala Perié hizo famosa una bastarda “olivera” que debiera haberse desechado definitivamente del repertorio de todos los cantadores aragoneses. Por esto, yo, sinceramente, aun reconociendo que Pascuala Perié, fue el único “lujo” de maestra que con noble intención quiso permitirse interpretando lo que, aun siendo ilegítimo y reprobable, en boca de ella resultaba sugestivo o interesante, y gustaba extraordinariamente al público, he de confesar que jamás me ha agradado escuchar la “magallonera” en cuestión, y que no la considero digna de figurar en los cancioneros aragoneses ni en los repertorios de nuestros cantadores.  Otra cosa es que la “magallonera”, como canción inspirada en un estilo de Jota, no como Jota, resulte una composición melódica bellísima, sobre todo interpretada con el matiz y la delicadeza que en ella ponía, Pascuala Perié. En cambio, cantada por un hombre, por un jotero, es francamente cursi, inapropiada aunque la letra esté hecha para cantarla un varón, no una hembra:

Cuando vuelva de la siega

asómate a la ventana,

que a un segador no le importa

que le dé el sol cara a cara.

LOS DOS TRAJES

Pascuala Perié fue excelente esposa, madre amantísima, cristiana ejemplar y ferviente devota de la Virgen del Pilar, a la que dedicó en toda ocasión sus coplas predilectas. Y como era gran baturra y gran creyente se enfrentó con la muerte dando pruebas bien patentes de reciedumbre de espíritu, de resignación y serenidad, animando a los suyos y pidiendo que su cuerpo fuese amortajado con el hábito carmelitano. El traje regional, el que tan digna y gallardamente lució en vida, prefirió dejarle en el arca, como oro en paño y como recuerdo de su existencia artística. El otro, el de la muerte, no podía ser más que un exponente se ve arraigada religiosidad.

 

Demetrio GALAN BERGUA

 

El martes que viene, al ser 23 de abril, no publicaremos… Eso sí, el jueves 25, os daremos una pista del siguiente artículo.

Sergio Sanz Artús

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