martes, 30 de abril de 2013

BERNARDO BENITO Y SU ÉPOCA



Buenos días a tod@s!
Después del puente de San Jorge, retomamos las publicaciones que tan buena aceptación están teniendo.
Esta semana, recuperamos el artículo publicado el Domingo 10 de Septiembre de 1961 referido a Bernardo Benito y su época.
Esperamos que os guste!

CANTADORES CÉLEBRES: BERNARDO BENITO Y SU ÉPOCA

Anecdotario – la jota en los carnavales de fin de siglo XIX – serenata a Galdós.
Coplas a Joaquín Costa, alusivas a la carnavalada trágica

CARNESTOLENDAS DE 1895
Zaragoza rendía culto a Memo Caretas tragicómicas. Policromía de antifaces. Multicolor en trajes de Arlequín, Pierrot, Colombina y Polichinela. Rasos y sedas, percalinas y arpilleras, tules y blondas. Desnudeces de entonces, que resultarían cursis al lado de las de hoy. Descoco e incitación en las libertinas. Escotes discretos, recato y elegancia en las amantes del decoro y la distinción. Triunfaban en la calle la carátula y la escoba, la batuta y la zambomba, el viejo laterío y los impertinentes <<matasuegras>>. Por doquier, la voz fingida y las bromas de mejor o peor gusto, poniéndose a prueba el ingenio de los pocos y la grosería o la necedad de los más. Comparsas polifacéticas, alocadas, ensordecedoras, y máscaras en grupos animados o en individualidades aisladas y grotescas. Viejos <<chaqueís>>, raídas levitas, chisteras abonadas, <<hongos>> chulamente ladeados y <<cañizos>> ennegredecidos, chafados y agrietados. Cabezudos inmutables, tíos de <<higul>> tiznados a cara descubierta, y, en crepúsculos y auroras, borrachos amorosamente abrazos a las farolas, monologrando y haciendo zis-zas por los soportes, o durmiendo la <<mona>> en bancos de jardines, paseos, rondas y glorietas. En las pistas de Terpsicore, la serpentina y el confeti, el alcohol y la nicotina, la polka alocada y saltarina, el chotis castizo y pausado, la mazurka delicada y animosa, el ondulante y lento, o súbitamente vertiginoso vais, el pasodoble marchoso, españolísimo, y a enervante y voluntuosa habanera, servían de incentivo a la fogosidad natural y a la razón suprema de la juventud frente a la chochez de los viejos carcamales y a la estúpida vanidad de los modernos pisaverdes. De ellas, la candidez y la ignorancia por un lado, la liutandad y la picardía por otro, entraban en juego peligroso con la astucia de los <<flamencos>>, con la insensatez y la galantería de los novatos, y con los ardides y recursos de los veteranos. Una barahúnda, en fin, de pasiones y deseos, de vanas esperanzas y locas fantasías, de sueños y de farsas, de tardíos arrepentimientos precursores de precoces inminentes tragedias, constituían el espectáculo anual en un ambiente donde a las altas horas de la madrugada se caía en el abismo de la orgía y la concupiscencia…

EN LA PLAZA DE SAN FELIPE.
Una rondalla, una de las típicas rondallas que en aquellas fechas carnavalescas salían a tocar y a cantar la Jota por las calles zaragozanas destinando lo recaudado de la voluntad del público a sendas merendolas alegres y fraternales, hizo alto en la plaza de San Felipe.
Una veintena de mozos iba disfrazada de <<medio- baturro>>, con camisa y calzones blancos, faja azul o negra, alpargata abierta y antifaz de raso o careta de cartón. A poco de haberse estacionado el grupo en aquel rincón zaragozano donde constantemente recordamos la gesta de os Sitios cuando allí, en el campanario de la Torre Nueva, la inclinada, la Jota brotó ruda y retadora de las gargantas de los heroicos sitiados, en aquel día ventoso de Carnaval, cuando la plaza empezaba a cuajarse de espectadores improvisados pertenecientes a todas las clases sociales, sonaron las notas de la Jota aragonesa, y, previa la entrada de rigor, una preciosa voz infantil rasgó el aire para cantar maravillosamente la popular tonada de la <<fematera>>, con la letra siguiente:
¡Te tiraron, Torre Nueva
No fuiste torre caída.
Eras la torre inclinada
y en tu inclinación, altiva.
Una ovación estruendosa premio la sorprendente actuación de aquel niño prodigio, al que llevaba de la mano la famosa <<Tía  Pajareta>>, que, por cierto, también cantaba la Jota con arrestos y buen estilo. El  niño se llamaba Bernardo Benito, el que tras este suceso, entregándose a la Jota con toda la ilusión de su alma y con todo el empuje de su corazón, acabó, al correr el tiempo, por ser un magnifico interprete de nuestro canto regional.
La vida artística de este precoz cantador estaba condenada a ser breve. Es la eterna odisea de los muchachos que empiezan antes de la adolescencia. Pocos son los que en el tránsito de la segunda infancia a la pubertad se ven libres del violento y fatal cambio que les tiene reservado la Naturaleza. Las voces más admirables y las gargantas más privilegiadas pierden su primitivo encanto para quedar convertidas en vulgares dones, sin poder alcanzar sus poseedores en anhelado secreto de la perfección y de la personalidad. Sin embargo, Bernardo Benito cantó como un autentico prodigio desde el año 1901 al 1910. Y después, cuando hubo pasado por la amargura de retirarse voluntariamente de sus actividades como cantador, porque no quiso exponerse a desmerecer ante los que le habían admirado en la posesión de sus asombrosas facultades, todavía llegó a ser profesor de Jota, por derecho propio y porque valía para este cometido.



UNA COPLA A GALDOS
En el año 1906 se festejo al insigne don Benito Pérez Galdós, en su breve estancia en Zaragoza. Se hospedaba el glorioso autor de los <<Episodios Nacionales>> en el Hotel de Europa, de la plaza de la Constitución- Sabedor del pueblo de Zaragoza de la serenata que se había proyectado, invadió la plaza totalmente. Bajo uno de los balcones del amplio edificio se colocó la formidable rondalla del ilustre maestro Orós, llevando de cantador a Bernardo Benito. Galdós salió al balcón, y una atronadora ovación inundo el ámbito de la plaza zaragozana. El eminente literato no cesaba de saludar a la masa humana que debajo le vitoreaba enardecida. En medio de este apoteósico homenaje popular, Orós levanto la batuta, y, como por encanto, se hizo el silencio más absoluto. A su enérgico mandato sonaron lentos, majestuosos, los clásicos acordes iniciales de nuestra Jota. Y tras una cautivadora exposición de variaciones melódicas, la voz limpia y bien timbrada del cantador aragonés rasgó el espacio para decir al estilo de la tierra esta muestra del ingenio baturro:
Estoy viéndote, Galdós.
y pa mis adentros digo:
Quién tuviá tu mano derecha….
aunque fuese en cabestrillo.
Esta copla, abundosa en cambios fonéticos – tan en uso de aquella época-, provocó el entusiasmo en el pueblo de Zaragoza. Su efecto en el ánimo de Galdós fue tal que al acabar la tomada lloraba como un niño el maestro de la Literatura española.

DOS COPLAS A JOAQUIN COSTA
Cuando Joaquín Costa, visitó Zaragoza en el año 1995, tras el magno recibimiento que se le dispenso, fue organizado un banquete-homenaje en el Teatro-Circo.  A continuación de este acto, que resulto brillantísimo, fue también Bernardo Benito el cantador que le dedicó las dos siguientes coplas, francamente tendenciosas, si, pero tan llenas de verdad que lograron expresar en pocas palabras el clamor popular que sucedió, y todavía se conserva a los días aciagos de la fatal campaña de Cuba:
Una vieja enferma y pobre
se muere por consumición:
si don Joaquín no salva
no hay para ella salvación
La pobre y vieja era España, naturalmente:
En las maniguas cubanas
lloran tumbas de españoles
Ni de español ni es honrado
quien defiende a los traidores.
Y así, el que en una mascarada alegre y ruidosa de unos Carnavales intrascendentes para la nación empezó su efímera pero brillante carrera de cantador regional puede decir hoy, porque todavía vive, que una vez cuajado, en pleno triunfo y apogeo, también supo reflejar, a los acordes de la Jota, el sentimiento unánime del pueblo español ante aquella otra mascarada trágica que a la Patria y a sus hijos disparó las más tristes y desastrosas consecuencias, martilleando durante lustros nuestros oldos, y oprimiendo nuestros corazones el dramático sonsonete de la patética palabra:
¡CUBA!... ¡CUBA!...¡CUBA!...

Demetrio GALAN BERGUA.

La semana que viene recuperaremos a un cantador zaragozano, que dijo lo siguiente:
-          A mí me faltó mi madre siendo joven. Pero otra madre me recogió y ésta sí que la tendré hasta que me muera. Mi madre hoy es… ¡La jota aragonesa!.
¿Sabéis quien puede ser?
Sergio Sanz Artús

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